No fue el mejor partido, ni en el que más ocasiones vimos. De hecho se pudieron ver algunos bostezos en la primera mitad, pero tanto Inglaterra como Suecia fueron de menos a más. Alegría para los primeros, lágrimas para los segundos.
Los suecos no pudieron batir a Pickford, el protagonista del encuentro, y pagaron cara la eficiencia de los de Southgate, que sacaron provecho de sus ocasiones.
Dos cabezazos, dos goles
No pasó mucho en el primer tiempo. No disfrutaron de muchas ocasiones ni ingleses, ni suecos, pero en el minuto 29 los británicos estrenaron el marcador por sorpresa y pusieron fin a una primera parte más que descaifenada.
Maguire batió a Olsen de cabeza, sin marca, en un error de la defensa de los de Anderson para anotar su primer gol como internacional absoluto. Tampoco tenía acompañante Harry Kane, que no vio puerta en este partido, ni Stones.
Suecia no presionaba como si fuese perdiendo y, aunque Inglaterra tampoco era un vendaval, Sterling tuvo un mano a mano con Olsen que no convirtió en gol.
El que si marcó fue Dele Alli en el 57'. El jugador del Tottenham anotó el segundo de Inglaterra después de que Suecia bajase el pistón tras unos primeros minutos de presión, también de cabeza.
A partir de ahí, los de Southgate se vinieron arriba y Pickford hizo el resto para desesperar a los suecos.
Un muro llamado Pickford
Tuvo sus oportunidades Suecia, pero Pickford evitó que metiera ningún gol. Hizo su primera parada en el 47, cuando le sacó a Marcus Berg un potente cabezazo.
En el 61', el portero inglés volvió a ponerse la capa haciendo una doble parada y negándole el tanto a Claesson. "Jordan, Jordan, You're the best", se podía oír en la grada y no era para menos. También sacó una mano providencial que desvió el tiro de Guidetti por encima del larguero.
La principal diferencia en el este partido fue que de dos tiros entre los palos, los ingleses sacaron dos goles. De tres disparos certeros a portería, Suecia se encontró con tres paradones de Pickford, 'MVP' del duelo.
Y Suecia se fue apagando, incapaz de darle la vuelta al partido, viendo cómo Inglaterra se metía en semifinales 28 años después con pocas ocasiones y aparentemente no demasiado esfuerzo.