Debutó Pochettino en su nueva casa, y lo hizo con un amplio triunfo. Amplio y engañoso, todo sea dicho, pues por momentos el Stade Brestois acarició un empate improbable.
Sobre el papel, estábamos ante un partido muy desigual. Y eso que el modesto Stade de Brest está en estos momentos lejos de la zona de peligro, pero es que el PSG, por mucho que esta temporada no le esté yendo todo lo bien que de él se espera, es un rival de aúpa.
Por eso a nadie extrañó que el equipo bretón se dedicase a defender con orden y contundencia desde el primer minuto, renunciando al balón y solo jugando a la contra.
Eso obligó al PSG a asumir la responsabilidad de crear el juego, algo que Pochettino no rehuyó. Y así, en efecto, el partido fue dominado por los parisinos, con breves apariciones de su rival en forma de contragolpes.
Pero el plan apenas le duró un cuarto de hora al Stade Brestois, pues el PSG encontró un filón a balón parado, y así empezó a generar gran peligro.
Desde la esquina llegó el 1-0, un gol un tanto anárquico, el cual llegó precedido de un cabezazo de Marquinhos, imperial por alto a balón parado, que pegó en el poste.
Mbappé se lanzó a arrebañar el gol, pero temiendo quitarselo a su compañero, evitó tocar la pelota, lo que provocó el rebote, el cual, por fortuna para los parisinos, encontró la cabeza de Moise Kean, quien para desesperación de Larssoneur anotó el 1-0.
El gol subió al marcador tras la pertinente comprobación del VAR, y los siguientes minutos tuvieron un claro dominador, el PSG. Una tras otra los de Pochettino llegaban a las inmediaciones del área rival, y casi siempre a balón parado creaban el mayor peligro.
Pero el segundo gol, el de la tranqulidad, el que hubiera permitido al técnico argentino dar descanso a sus estrellas de cara a la Supercopa, no llegó.
Peor aún, el Stade Brestois empezó a carburar, a animarse, pues sin nada que perder, ¿qué era lo peor que podía pasar? Se creció y llegó a poner en apuros a Keylor Navas, quien salvó al PSG con sus paradas.
Tuvo que intervenir en el primer tiempo, pero también en el segundo, pues el PSG no reaccionó hasta que Sarabia e Icardi entraron al campo. Mbappé entonces encontró otro par de socios más, y resolvió el partido.
De las botas del prodigio parisino nació el 2-0, de un jugadón suyo en el área, con regates imposibles en una baldosa. Pero en vez de animarse y chutar por enésima vez, se la regaló al recién entrado Icardi para que este, que reaparecía tras lesión, anotase el segundo.
Y el tercero llegó solo dos minutos más tarde, en el 83', poniendo fin a lo que había sido un pequeño suplicio para el PSG. De nuevo la jugada pasó por Icardi, quien asistió de una forma fenomenal a la llegada a la frontal de Sarabia, para que este rematase con un violento disparo el que sería el 3-0.
No hubo mucho más. El Stade Brestois se desconectó tras el tercer gol, el que enterró por completo sus esperanzas, y que emborronó un marcador que no mereció ser tan abultado.
Pero lo mejor estaba aún por llegar para el PSG, porque no solo se celebró en París esta victoria, sino también el empate del Olympique de Lyon en Rennes, que redujo la distancia con el líder a solo un punto. El estreno de Pochettino en el Parque de los Príncipes pudo haber sido mejor, pero poco.