Cada partido de la selección de Italia regala un momento único antes incluso del pitido inicial. El canto conjunto de jugadores, cuerpo técnico y afición del himno de Mameli da buena muestra de la pasión italiana ante sus símbolos. El común “italians do it better” vuelve a escena a propósito de cada partido, en contraposición con la serenidad del resto de las selecciones durante sus himnos.
La energía de los italianos ante su himno, sin embargo, no siempre ha estado ahí. El ‘Corriere dello Sport’ ha recordado que un tiempo la tranquilidad e incluso la indiferencia marcaban la regla mientras sonaban las notas del himno de Mameli. Esto fue así durante todo el siglo pasado.
Los jugadores de la ‘Azzurra’ recibían el himno con un semblante serio, mirada fija y boca cerrada, una imagen difícil de imaginar hoy en día. Ni siquiera existía un sentimiento unánime de comunión en torno al himno nacional. El excentrocampista de la selección Nicola Berti llegó a afirmar en televisión durante el Mundial 1994: “Bueno, no es que la letra sea una de las más bonitas”.
Todo cambió, sin embargo, con la llegada de Carlo Azeglio Ciampi a la presidencia de la república. Ciampi trabajó para transmitir al pueblo italiano el sentimiento patriótico ligado a la historia de la nación y sus símbolos, como la bandera tricolor. El presidente defendió en especial el himno, que según él, contenía los valores de la Unificación y de la Resistencia partisana.
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Ciampi se encargó de abrir el debate en torno a la excesiva mesura de los jugadores durante el himno. En la televisión se empezó a cuestionar el “sentido patriótico” de los futbolistas, comparados, por ejemplo, con los integrantes de la selección italiana de rugby. La energía de estos durante el himno acabó por servir de ejemplo a la ‘Nazionale’ de fútbol.
A las puertas del Mundial 2002, Ciampi definió el himno de Mameli ante la selección como “el despertar de los italianos que los ha conducido a la libertad”. Fue un antes y un después para la ‘Azzurra’, que cambió la cara de póker y los susurros por el canto a pleno pulmón.
Desde 2006, esta tradición se ha consolidado, y no ha vuelto a faltar en las Eurocopas y los Mundiales (siempre que Italia ha participado). Lo que entonces parecía una excentricidad se ha convertido en un motivo de orgullo e identificación para los italianos. Hoy en día, el “sì” que cierra el himno supone un elemento más de la cultura del ‘calcio’ a nivel internacional.