Según esta leyenda, recogida en 'Siempre Conectado', Boca vestía originariamente de celeste. Sin embargo, había otro equipo con este mismo tono en aquella época (1907) y ninguno de los dos clubes quiso dar su brazo a torcer. Unos dicen que el equipo en cuestión fue Racing de Avellaneda, mientras que otros achacan su procedencia al barrio de Almagro.
Sea como fuere, este equipo y el 'Xeneize' se retaron en un partido con un sólo objetivo: el ganador se quedaría con el celeste como color identificativo, mientras que el derrotado debería buscarse nuevos tintes para escudos, camisetas y demás señas.
El perdedor, según aseguran, fue Boca Juniors, que tuvo que adoptar nuevos colores. Su presidente entonces era Juan Rafael Brichetto y eligió una forma un tanto curiosa de solucionar el problema. Trabajaba como operario en el puerto y pensó que la bandera del siguiente barco que pasase por el muelle determinarían los nuevos colores.
Al día siguiente de la derrota, Brichetto acudió a su puesto de trabajo y vio cómo el primer barco que hizo presencia fue uno sueco, por lo que adoptó el azul y amarillo de la bandera de Suecia para Boca.