El mediapunta alemán ha vivido en una montaña rusa desde 2016 hasta ahora. En la temporada 16-17 comenzó a sufrir problemas musculares que se fueron encadenando unos con otros, dejando su registro en tan sólo 24 partidos jugados durante dicho curso.
Finalmente se recuperó, pero la temporada que acabó hace unas semanas fue aún más dura para él. Reus estuvo casi diez meses en el dique seco a causa de unos problemas de rodilla y volvió a vestirse de corto en febrero.
Regresó a la disciplina del Borussia, volvió a sentirse futbolista y lo hizo de la mejor manera: marcando y siendo decisivo. Le costó coger la forma tras casi un año sin competir, pero eso no evitó que marcara 7 goles en 15 partidos y dejara unas sensaciones espectaculares sobre el campo. Además de ello, dejó patente su amor incondicional por el equipo amarillo, renovando hasta 2023.
Antes de volver a jugar tras la lesión aseguró que daría todo su dinero "por volver a jugar al fútbol". Vestirse de corto era lo que más ansiaba en la vida y esas ganas, ese hambre, se han notado tanto que han acabado convenciendo a Joachim Löw para que le lleve a Rusia.
Será muy especial la Copa del Mundo para él. No sólo por las lágrimas que tuvieron que caer para volver a sonreír, también porque, aunque parezca extraño, Reus tan sólo ha disputado un gran torneo internacional con Alemania, la Eurocopa de 2012.
Reus debutó con la Selección Alemana en 2011. Un año después jugó la Eurocopa, pero no pudo estar en Brasil 2014, cuando su equipo levantó la Copa del Mundo, ni en la Eurocopa de 2016, quedándose fuera en ambos torneos por lesión. Ahora llega su premio de oro, poder jugar en Rusia y hacerlo tras un esfuerzo y un sacrificio que vale para él incluso más que un Mundial.