Quizá el primer problema, y sin duda uno de los más importantes, sería el hecho de que sumando los clubes que juegan actualmente en México y Estados Unidos se formaría una Liga de 42 clubes.
Más de 40 clubes es una auténtica barbaridad para cualquier campeonato, y esta hipotética Liga superaría con creces a las otras competiciones multitudinarias que se organizan en Estados Unidos. La NBA cuenta con 31 franquicias, y la NFL, con 32. Y sus temporadas a veces se antojan interminables.
Además, MLS y Liga MX tienen dos formatos completamente distintos. Los estadounidenses juegan una temporada regular dividida en dos conferencias con un 'play off' final entre los cuatro mejores de cada una.
En México se juegan dos torneos cortos, Apertura y Clausura, con las Etapas Finales al terminar cada uno, disputadas por los ocho mejores. Los campeones se enfrentan al terminar, por lo que uno de los dos debería cambiar su formato para adaptarse a la nueva realidad.
Otra gran duda al respecto de esta hipotética Liga sería el concepto de campeonato abierto o cerrado. Es decir, ¿habría ascensos y descensos? La MLS no los tiene, mientras que en México el peor de los seis últimos torneos cortos (tres años) pierde la categoría cada dos, salvo que pague por evitarlo.
Más fácil de cuadrar sería el tema de las fechas, pues aunque en México la temporada empiece antes y termine después, el hecho de que haya un parón durante los meses veraniegos que la MLS no tiene haría que esto fuera más sencillo de cuadrar.
Por último, otra incógnita sería el hecho del límite salarial. La MLS tiene muchas normas que tratan de favorecer la igualdad entre sus franquicias, y los sueldos es una de ellas.
Todos los clubes tiene un techo de gasto en salarios, aunque cada uno tiene tres excepciones, los 'jugadores franquicia', algo que no existe en México, donde los clubes no tienen techo de gasto en este sentido.
La fusión entre la Liga MX y la MLS es algo que algunos en México llevan pidiendo un tiempo, pero que a día de hora sigue pareciendo lejano e inviable, salvo que uno de los dos campeonatos dé su brazo a torcer y cambie diametralmente.