El Real Valladolid regalado un punto al Ibiza en un partido que los blanquivioletas dominaron de principio a fin, pero en el que no lograron más que marcar un solitario gol que no fue suficiente. El Ibiza, sin necesidad de llegar mucho, logró empatar en la recta final.
Desde el primer minuto quedó claro que el Valladolid iba a llevar la iniciativa en el Nuevo José Zorrilla. El Ibiza aceptó su rol y se dispuso a presionar y jugar al contragolpe. Un planteamiento habitual, que tantas veces hemos visto en duelos tan teóricamente desnivelados.
Pero el Pucela aprendió que necesita marcadores más amplios si quiere sumar de tres en tres, porque su endeblez defensiva es preocupante. Lo comprobó ante el Ibiza, un rival que le puso en muy pocos apuros, pero que cuando llegó lo hizo con muchísimo peligro.
El dominio blanquivioleta fue total, de principio a fin. Las llegadas al área de Germán fueron una constante, y el cancerbero del Ibiza firmó unas cuantas intervenciones de mérito, pero al conjunto insular también le salvó la madera.
Porque el primer aviso claro, clarísimo, fue de Aguado, a los ocho minutos de partido, con un tiro que se estrelló contra el travesaño. A esa ocasión le siguió otra, y otra, y otra más. Y otro tiro al larguero, de Nacho, en la segunda parte, ya con 1-0 en el marcador.
Un goteo constante de oportunidades claras de gol, pero ninguna quería entrar. El empate sin goles se mantuvo hasta la segunda parte, y a lo largo de esta se repitió el guion, hasta que en el 53' Shon Weissman por fin vio la luz.
Roque Mesa, que acababa de entrar al partido en sustitución de Rubén Alcaraz, filtró un gran palo para que el israelí superara, por fin, a un Germán que parecía imbatible.
Porque el Valladolid acabó el partido con 24 remates, aunque solo seis fueron a puerta. Y de ellos, solo uno acabó en gol. El Ibiza, con dos tiros entre los tres palos, sacó un empate. Y no se llevó el partido porque en el otro tiro a puerta Roberto metió una mano espectacular a un balón que le botó a centímetros de la portería, con el peligro que eso siempre conlleva.
El Valladolid, en ventaja, buscó el segundo, el gol de la tranquilidad. Pero jugaba con fuego. El Ibiza, agazapado, necesitó un pase al hueco, ante el que dudó lo justo Olaza, de nuevo suplente. Eso habilitó a Cristian Herrera, quien definió a las mil maravillas ante Roberto.
El tanto, anulado en primera instancia por el asistente, fue validado después de que el VAR comprobara que, tras tirar las debidas líneas, el atacante del equipo celeste estaba habilitado por centímetros.
El gol dejó tocado al Valladolid. Sentían los de Pacheta que no merecían encajar ese gol, pero el fútbol no entiende de justicia. Si dominas y no marcas más que un gol te arriesgas a que en una llegada, buscada o casual, tu rival te dé un disgusto.
Y así fue. El Pucela, aunque se repuso y buscó en los minutos finales, y en un larguísimo añadido de nueve minutos, un gol que le diera el triunfo. Este no llegó, pero al menos el Ibiza tampoco le pilló a la contra.
Las buenas sensaciones del Valladolid se esfumaron a raíz de este amargo empate, y el Ibiza volvió a puntuar por primera vez desde que cuatro jornadas atrás perdiera su primer partido del curso.