El entrenador alemán es un gran estratega. Dentro y fuera del campo. Sabedor de que sería difícil retener al brasileño, hizo lo posible para convencerlo de que Anfield era su sitio. Incluso de adivino. 365 días después, no iba desencaminado.
La frase en cuestión salió de boca de Klopp en mayo de 2017. Brillaba Coutinho y muchos clubes se posicionaban en torno a la idea de ficharle. Dentro del proceso lógico de mimar a las estrellas para convencerles de que sigan, el técnico fue más allá.
"Quédate aquí y terminarán construyendo una estatua en tu honor. Ve a otro lugar y acabarás siendo otro jugador. Aquí puedes ser algo más", le transmitió Klopp al ahora barcelonista.
Pese a que el rendimiento de Coutinho en un año ha atravesado fases diversas, desde finales de 2018 está estancado. No termina de levantar cabeza el atacante de Valverde. Como si el vaticinio de Klopp fuera más un maleficio que le está pesando.
El propio jugador es consciente de que no está dando la talla. Quedó claro en su rabiosa celebración del gol de penalti conseguido en Copa ante el Levante, que sirvió para aliviar el partido de vuelta, pero no para mejorar su estadística e impacto en el juego, muy pobres en el Ciutat de València.
El propio ayudante de Valverde Jon Aspiazu no dudó en reconocer que la aportación de Ousmane Dembélé estaba siendo más destacada que la de Coutinho.
Al menos a día de hoy, al Liverpool le está yendo mejor que a él, aunque al menos el brasileño puede presumir de haber ganado tres títulos como azulgrana: Liga, Copa del Rey Supercopa española.