Quique no ha vivido una semana sencilla. Después de acumular cuatro derrotas consecutivas en LaLiga Santander, la penúltima frente al Betis (0-1), su proyecto estaba en total entredicho. El técnico del Getafe, héroe el curso pasado tras salvar a un equipo comatoso, se convirtió en apenas unos meses en el villano del Coliseum Alfonso Pérez.
El cántico "Quique vete ya" prácticamente se había convertido en un mantra al final de los últimos duelos del conjunto azulón y por los despachos del club del sur de Madrid ya se rumiaba una posible destitución la pasada jornada. Sin embargo, Quique aguantó la derrota ante el Betis y esta semana se revolvió en rueda de prensa para cargar contra algunos estamentos del club.
Primero, criticó a la dirección deportiva. Puso el foco en la suplencia continuada de Nemanja Maksimovic, uno de los jugadores que "no podían jugar" mientras se esperaba una futura venta. Luego, cargó contra algunos de sus futbolistas, de quienes dijo que "no querían jugar".
Tampoco tuvo piedad con su presidente, Ángel Torres, con quien se reunió durante la semana. Aunque dijo que era un 'crack' con mucha "intuición", seguidamente dejó una chinita en su zapato. "Cuanto más opina el presidente y cuanto más intuitivo está el presidente, mejor va este club. Eso ha sido siempre así. Algún día volverá a ser así también".
Ese "también" no tuvo que gustar mucho a un hombre que gobierna el Getafe con mano de hierro desde hace dos décadas. Sin embargo, a Ángel Torres le cuesta acabar con sus entrenadores. No es muy partidario de las destituciones. Y, pese a las cargas de profundidad que lanzó Quique, insistió en su idea de mantenerle en el cargo por lo menos un partido más.
Sin embargo, el duelo ante el Atlético no era uno más. Quique necesitaba obrar un milagro y romper unas estadísticas nefastas de su equipo, que en los últimos 22 partidos oficiales fue incapaz de ganar al conjunto dirigido por Diego Simeone. Desde que el argentino firmó por el Atlético hace once años, el Getafe se ha encontrado con un hueso duro de roer.
El mismo Simeone fue el encargado de saludar a Quique. Antes del pitido inicial, le esperó en la zona de banquillos para fundirse en un abrazo con el hombre que volvió a dar títulos al Atlético entre 2009 y 2011, cuando condujo al club rojiblanco hacia una Europa League y una Supercopa de Europa.
Aquellos tiempos no han pasado al olvido entre los aficionados atléticos. Ni entre Quique y su entorno, que recuerdan, sobre todo el todavía técnico del Getafe, con cariño sus dos años al frente del Atlético de Madrid.
"Lo de los atléticos es impresionante. Me los encuentro después de 12 años y me recuerdan ese momento que cambió la dinámica del club en cuanto a títulos europeos. Fueron dos años en los que me divertí muchísimo. Fue una historia algo breve, pero muy intensa y muy querida. El amor que me han demostrado siempre los atléticos es mucho más del que yo puedo devolver", afirmó Quique.
Con un 'match ball' entre manos, Quique sacó a sus hombres de confianza. Tiene una nómina de fijos que no suelen fallar desde que rescató al Getafe el pasado curso. Incluso recuperó a Mauro Arambarri, fuera de las convocatorias los últimos cuatro meses por una lesión en el tobillo derecho. El uruguayo, salió desde el inicio.
Sin embargo, la vida siguió igual ante el Atlético. El Getafe, un equipo sin alma, apenas mordió a su rival. Fue incapaz de generar algo interesante salvo un disparo lejano de Enes Ünal que ni siquiera vio portería. Fue un bagaje pobre, excesivamente timorato para un equipo cuyo entrenador se jugaba la vida.
La puntilla pareció ponerla Ángel Correa, con un tanto que incluyó una celebración surrealista. Sustituido después de rematar en un supuesto fuera de juego, el VAR rectificó y el argentino, sentado en el banquillo con una sudadera, fue abrazado por sus compañeros.
Esa celebración insólita terminó casi terminó de sellar el ataúd de Quique. El Getafe, con media hora por delante, siguió a lo suyo, a mantenerse en la nada y a terminar de enterrar a su entrenador. Pero entonces apareció Saúl Ñíguez para tocar con la mano dentro del área un remate de Borja Mayoral. Ünal no falló el penalti y, con un disparo entre los tres palos, el único del Getafe, resucitó a Quique Sánchez Flores. Con muy poco, consiguió mucho.