Crónica de una muerte anunciada. Se hablaba de milagros en Múnich, pero para eso está Lourdes... o Lisboa. La lógica decía que solo un favor del Dinamo de Kiev ante el Benfica podía dar al FC Barcelona el billete a octavos de final. Esa misma lógica indicaba que sería normal que este no llegase. Y no llegó. El Benfica cumplió y el Bayern, a medio gas, andando por momentos y casi de pachanga, ganó con solvencia por 3-0 a un conjunto catalán al que en unos meses le espera lo que será un bochorno para él: jugar los jueves; jugar la Europa League.
El Barça solo existió sobre el césped del Allianz Arena durante unos minutos y lo hizo gracias a las galopadas de un Ousmane Dembélé que trató de salvar la cara a un equipo que fue un títere ante un conjunto que no se jugaba absolutamente nada. El galo, que compartió ataque con Memphis, puso en algunos aprietos con sus arrancadas a la zaga del equipo de Julian Nagelsmann, pero todo era un espejismo.
Con un once de inicio y esquema (3-5-2) muy similares a los que dispuso Ronald Koeman en la ida (qué se hubiera dicho si hoy el neerlandés hubiera puesto la alineación que dispuso Xavi), el equipo 'culé' pudo aguantar el 0-0 en el marcador durante poco más de media hora. En ese inicio de partido, el Bayern ya avisaba del peligro que podía generar al espacio, sobre todo por unos costados en los que Dest y Mingueza (que sustituyó a Jordi Alba tras su tempranera lesión) vivieron un auténtico calvario.
El 1-0 llego en el minuto 34 y lo hizo un sospechoso habitual ante el cuadro azulgrana: Thomas Müller. El germano remató de cabeza un centro de Lewandowski, que previamente había dejado en evidencia a Piqué. Araujo, sobre la línea, estuvo cerca de sacar el esférico, pero la tecnología de gol demostró que el balón cruzo la línea. Y ahí murió el Barcelona.
Superiores al trote
Murió porque, de golpe y porrazo, necesitaba meter al Bayern dos goles y no recibir más, ya que el Benfica sentenciaba por la vía rápida su choque (2-0). Los recuerdos de Vietnam (2-8, 0-3 y otras humillaciones europeas de los últimos tiempos) comenzaron a aparecer en la cabeza de unos jugadores 'culés' que, antes del descanso, desterraron cualquier atisbo de esperanza con un trallazo de Sané que Ter Stegen, cuyo nivel está a años luz del que le hizo ser uno de los mejores porteros del mundo, se tragó de forma increíble.
Con ese 2-0 se llegó al descanso y se inició una segunda parte que, a buen seguro, los futbolistas del Barcelona hubieran firmado no jugar de haber podido. Bien es cierto que no se dio una goleada atronadora como en otras ocasiones, pero las sensaciones fueron casi peores, ya que el Bayern parecía mostrarse condescendiente de un rival que ya era cadáver.
Ter Stegen, por ciencia infusa, se encontró en las manos un disparo de Sané desde el área pequeña que nadie sabe cómo pudo fallar. Un 3-0 al limbo que, pese a ir al 'trote cochinero', el conjunto alemán, uno de los grandes favoritos para alzar esta Champions League, encontró pasada la hora de partido por mediación de Musiala.
El Bayern pasa de cebarse con un 'cadáver' de Europa League
Daba la sensación de que el Bayern, si quería apretar, podía hacer los goles que quisiese. Pero el campeón de la Bundesliga, pese a oler la sangre, no quiso cebarse. Si llegaba el cuarto, el quinto o el sexto, bien; pero no sería el cuadro muniqués el que lo buscaría. Ello dio algo de oxígeno a un Barça que tuvo unos minutos de una posesión estéril en la que el peligro fue nulo.
Con jugadores como Memphis o De Jong desaparecidos, Xavi, viendo que la guerra estaba perdida, decidió guardar algunas de sus piezas. También hizo lo propio un Nagelsmann que incluso quitó del campo a un Robert Lewandowski que se marchó con su casillero particular a cero. No le importó mucho, pues sabe que tiene mucha competición por delante para engordar sus números.
Sin tiempo y sin ganas por parte de los dos equipos, el choque llegó por fin a su conclusión. 20 años después, el Barça cayó eliminado en la fase de grupos de una Champions que le queda grande y quizá esa Europa League que disputará en unos meses sea, tristemente, la realidad competitiva de un club que ya no es lo que era.