Disposición táctica de hierro y cero titubeos. El Alavés tenía claras sus intenciones desde primera hora: incomodar a un Celta que acostumbra a dejarse ver impacientado normalmente. Y el experimento de Pellegrino funcionó... hasta el último suspiro del encuentro.
El trabajo del Alavés supuso una barrera psicológica para el ataque vigués. Bongonda, incisivo por la banda izquierda, y la dupla Guidetti-Aspas se dejaron ver constantemente, pero parecían desactivarse al afrontar esos últimos metros en los que se deciden los partidos.
Entre ataques yermos de los de Berizzo, Camarasa comandaba a los suyos, quedándose con el peso del ataque del 'Glorioso'. Femenía sumaba en sus incursiones ofensivas y Theo no dejó de maravillar, tanto atrás como a la hora de asumir galones en ataque.
La segunda mitad que despertó al héroe
El mérito del Alavés se multiplicó por sí mismo cuando, en el minuto 46, Feddal se autoexpulsó por doble amarilla al cortar una contra de Aspas. El guión se ponía de cara para el Celta: 45 minutos por delante y un equipo mermado numéricamente.
Pero la clave del fútbol es cualitativa y no cuantitativa. Los 10 jugadores del Alavés fueron más grandes que los 11 del Celta. Berizzo se desesperaba en la banda al ver cómo su equipo sufría más en la segunda que en la primera mitad.
Theo estuvo cerquísima de firmar la machada recién entrado el minuto 80 tras una gran arrancada, pero Rubén estuvo providencial para hacer válido el gol que marcaría Radoja a un minuto del final.
El centrocampista se vistió de Iago Aspas para definir, con la tranquilidad de un 'killer' de área, un balón servido por Hugo Mallo desde el lateral diestro. Un gran gol con el que el Celta escala posiciones, viendo el 'Everest' de Europa cada vez más accesible.