Hay un Manchester United cuando Bruno Fernandes está en el campo y hay otro cuando no lo está. El primero es un equipo desdibujado. Ralf Rangnick apostó por él en favor de un cambio de esquema o quizá para 'independizarse' un poco de la calidad del portugués y lo pagó caro ante los Wolves en la jornada 21 de la Premier League.
Los 'lobos' fueron superiores durante prácticamente todo el partido. El problema local residió en lo mucho que tardó el técnico en percatarse de que debía dar un paso atrás en su propuesta inicial y dar entrada a Bruno, que, desde el banquillo, era testigo de cómo los suyos no conectaban la defensa con la medular y se descosían atrás.
Los de Bruno Lage, por contra, exhibían una química muy efectiva. Las bandas se convirtieron en sus mejores armas. Ya se colara Podence por la izquierda para asociarse con Raúl Jiménez hacia dentro o Semedo por la derecha para poner en apuros a algún lateral y servir centros, lo recurrente era que los 'red devils' se vieran superados.
Varane no brilló en exceso, aunque Phil Jones, que volvía tras lesión, Wan-Bissaka y Luke Shaw sí que destacaron. De hecho, daba la sensación de que se habían sorteado los turnos de protagonismo delante de David de Gea. Primero, fue el '29' quien más miradas concentró por sus buenos cortes atrás y sus incorporaciones arriba. Después, el central le arrebató los focos por su trabajo a destajo en el área y, más tarde, Luke Shaw interceptó todo centro que pasaba por su radar.
En la medular, ni McTominay ni Matic encontraron la manera de superar a Rúben Neves y compañía. Los Wolves, sumergidos en un esquema fluido y entretenido, mutaban su orden en el terreno de juego para confundir a los hombres de Rangnick, que estaban perdidos menos cuando encontraban a sus delanteros, Cavani y Cristiano, que, por su calidad individual, siempre asustaban con la bola cerca de sus botas.
El principal óbice para que vieran puerta residía en que la mayoría de balones que les llegaban nacían directamente de despejes desde la defensa o de envíos largos muy arriesgados. Solo un cambio de ritmo de Greenwood, de los mejores del día en el United, contrastó con tanta falta de criterio en el cuadro local.
Su entrenador se dio por vencido en esta empresa condenada al fracaso en el minuto 60, cuando dio entrada a Bruno Fernandes, aunque le ordenó que se situara fuera de su demarcación natural. Como si hubiera lavado la cara a todo el equipo de una pasada, el luso le dio la vuelta a la tortilla de las sensaciones y convirtió a los 'red devils' en los mejores en el campo.
A los diez minutos de su ingreso, Cristiano Ronaldo ya había dispuesto de dos ocasiones claras, una de ellas un gol anulado por fuera de juego, y otra un chut cruzado a pase de su compatriota. Este, cuando disfrutó de su propia oportunidad, un envío raso en el área, lo mandó al larguero porque lo remató con demasiada potencia usando la bota diestra.
Bruno Lage, inteligente, reaccionó a la entrada de Bruno añadiendo a Adama Traoré a la ecuación. Su idea, clara. Luke Shaw había visto la tarjeta amarilla antes por un empujón a Trincao -el '11' no estuvo especialmente fino, por cierto- y quería que el internacional español le trajera problemas por su carril para potenciar la capacidad de hacer daño por las bandas de sus 'lobos'.
Dicho y hecho. En la primera internada de peligro de los Wolves tras la entrada de Bruno, el '37' pudo meterse hasta la cocina y servir un balón colgado que Phil Jones remató hacia la frontal. Joao Moutinho, atento y libre de marca porque el United estaba venido arriba oliendo a gol, controló, levantó la cabeza y clavó el cuero abajo al palo largo de De Gea, quien, aunque hizo un buen partido, poco pudo salvar aquí. El tiro era soberbio.
Con arreón previo al pitido final incluido, se confirmó la derrota de los 'red devils', que fueron inferiores en líneas generales y mercerieron la caída, si bien podrían haber ganado gracias al acelerón de Bruno Fernandes. Rangnick debe encontrar otras maneras de mejorar su esquema. Los de Lage, flamantes y victoriosos, se acercan a Europa.