El Barça se dejó dos puntos en la visita al Reale Arena, un campo en el que en un tiempo tuvo imposible ganar y que se había convertido en talismán desde la llegada de Ernesto Valverde a la disciplina azulgrana.
El choque tuvo alternativas y fue tremendamente bello, para acabar con un empate más o menos justo para lo mostrado por ambos equipos en el terreno de juego. Quizás el Barcelona estuvo algo más pendiente del 'Clásico' que de este partido, de ahí que no sentenciara cuando pudo y acabara durmiéndose al final.
La primera parte, con ambos enchufados y sin renunciar a nada, se la adjudicó a los puntos el equipo realista, pues tuvo más y mejores oportunidades. Al margen del tanto de penalti de Oyarzabal, los de Imanol estuvieron mucho más acertados, pero el Barça empató gracias a Griezmann y pudo afrontar el segundo tiempo de otro modo.
El inicio de partido estuvo marcado por la presión asfixiante de la Real Sociedad a la zaga y la línea medular del Barcelona, en la que solo Busquets estuvo a la altura y De Jong y Rakitic tuvieron un día bastante gris.
Mientras a los donostiarras les duró la gasolina, al Barcelona le costó mucho domar el partido. Isak y Odegaard eran un incordio y Monreal vivía permanentemente en el lateral del área azulgrana. El gol, eso sí, llegó en una acción a balón parado. Puso un córner la Real y cayó al suelo Llorente ante un agarrón de Busquets. ¿Evidente? Sí. ¿Que nunca se pita? También.
El tanto de Oyarzabal -engañó fácilmente a Ter Stegen- reforzó la idea de los 'txuri-urdin', que continuaron dominando a tirones. Aunque el Barça, poco a poco, empezó a descifrar la manera de ganar el partido. Aprovechó Luis Suárez que la defensa rival estaba mal colocada y le sirvió a Griezmann un balón para que calcara el tanto anotado ante el Mallorca.
Con 1-1 se llegó al descanso y el partido continuó cogiendo color tras el paso por las duchas. Color azulgrana. El Barça empezó a pillar a la defensa adelantada de la Real y así llegó el 1-2. Busquets picó para Messi y este le regaló el 1-2 a Suárez.
Todo parecía bajo control para un Barcelona que empezó a sentir un acoso constante de la Real. Pero las llegadas de los de Imanol eran poco claras y algo atropelladas y los azulgranas no sufrían. No lo hacían hasta el fallo de Ter Stegen, que dejó muerto un balón centrado por Monreal y 'regaló' el 2-2 a Isak.
Quedaba mucho por delante y la Real estuvo un poquito más cerca de la victoria que un Barça que contemporizaba en exceso, con el partido del miércoles de manera constante en la cabeza. Los de Valverde, eso sí, pudieron haber logrado la victoria en el añadido, cuando Piqué cayó ante un agarrón y empujón que Alberola Rojas vio de cerca y dejó pasar.
El empate deja al Barcelona como líder en solitario a la espera de lo que pase en Mestalla, donde el Real Madrid tendrá en la mano llegar por delante, igualado o por detrás al 'Clásico'.