Para cerrar la decimoctava jornada se enfrentaban dos equipos con medidas históricas similares en el fútbol español, pero con situaciones y dinámicas muy distintas, como el día y la noche.
Y la psicología volvió a jugar un papel fundamental sobre el terreno de juego. El Zaragoza, que llegaba en pleno descenso a Riazor, realizaba un arranque de partido inesperado para los locales.
El equipo de Lucas Alcaraz empezó con confianza, manteniendo arriba la línea de presión y combinando con facilidad en zona de tres cuartos de campo, algo muy poco frecuente en el conjunto zaragozano, al menos en lo que va de temporada.
Sin embargo, sería el Deportivo el que se adelantaría en el marcador por mediación de Borja Valle. Un despiste de los visitantes y la pizarra de Natxo González permitieron al delantero de Ponferrada plantarse delante de Cristian Álvarez y hacer el primer tanto del partido.
El Zaragoza siguió con su plan inicial y volvió a mirar hacia la portería de Dani Giménez. Un penalti por manos de Vicente Gómez permitió igualar el electrónico a Javi Ros tan solo seis minutos después.
Lo mismo de siempre
Las fuerzas y los goles se igualaban sobre el césped coruñés, algo afectado por las continuas lluvias durante la noche de este domingo. Poco le duraría la ilusión a los de Lucas Alcaraz, pues, a la media hora de juego, Duarte cabeceó libre de marca un envío de Pedro Sánchez a balón parado. De nuevo, un error defensivo.
Tras este gol, el Zaragoza volvió a demostrar que es un equipo con buenos jugadores, pero que atraviesa por fases de encuentro que son un despropósito total. Al filo del descanso, Quique transformaba una pena máxima cometida de manera muy torpe por Lasure.
En el segundo tiempo se vio un Zaragoza igual de impetuoso que al principio. No obstante, la desventaja era demasiado abultada y el Deportivo no iba a dejar escapar unos tres puntos que le hacen volver a puestos de ascenso directo. Por su parte, el club aragonés se hunde aún más en el descenso.