Riqui Puig ya brilla en el Miniestadi

A sus 18 años, este medio creativo de Matadepera (Barcelona) cumplió, en el empate (1-1) que el filial azulgrana sumó ayer ante el Gimnàstic de Tarragona, el penúltimo peldaño en su etapa de formación en el club azulgrana.

Entró en el minuto 68 por Marcus McGuane, un inglés todoterreno que es la antítesis futbolística de Puig, un talento que no supera el metro y setenta centímetros de altura que suple su falta de físico con una visión privilegiada del juego.

Lo demostró en los 22 minutos que estuvo sobre el tapete del Miniestadi. Con su equipo perdiendo, Puig se situó en la medular y no dudó en pedir la pelota para mover el autobús planteado por el Nàstic.

No perdió balones y dejó destellos de su clase con un par de controles con los que superó el físico de sus rivales, más potentes y curtidos en una competición exigente físicamente como LaLiga 1/2/3.

Con él en el campo, el Barcelona B consiguió el gol del empate -obra de Cardona en el minuto 77- y ahogó en su área al Nàstic, que acabó pidiendo la hora.

Su actuación no pasó desapercibida por su técnico, Gerard López, que elogió el buen nivel mostrado del jugador con ficha del Juvenil A: "Era el momento. Es un jugador diferente a lo que tenemos. Entiende bien el dibujo, la posición de interior y tiene esa personalidad para entrar y debutar hoy pidiendo el balón, jugándola y filtrando los pases. Tengo la sensación de que ha mejorado al equipo".

El protagonista, más tímido ante los micrófonos que en el césped del Miniestadi, agradeció también la confianza que le brindó Gerard para afrontar con confianza su debut.

"El partido estaba roto y Gerard ya me ha dicho que tendría muchos balones por dentro", apuntó Riqui, quien admitió salir al campo con algo de nervios, si bien una vez tocó el primer balón lo afrontó "como un partido más".

Nacido en una zona de Cataluña en la que el hockey hierba es el deporte rey, la trayectoria de Riqui Puig se remonta siendo un cadete, cuando el Barcelona decidió apostar por él.

Su caso es un tanto paradigmático. A menudo, en las categorías inferiores el físico es un elemento engañoso. Así, es frecuente que jugadores con un físico más desarrollado siendo infantiles o cadetes despunten por encima de otros talentos menos dotados. No obstante, Riqui ha sabido sobreponerse a ello y su talento le ha permitido mantenerse y debutar en una categoría profesional.

Su caso recuerda a los inicios de Pep Guardiola como jugador del primer equipo del Barcelona. En sus memorias Johan Cruyff recordaba cómo decidió darle la alternativa al actual entrenador del Manchester City.

"El Barça quería librarse de él. Lo consideraban flacucho, malo en defensa y nulo en el juego aéreo. Lo que nadie veía era que tenía las cualidades básicas para llegar alto: inteligencia en el juego, rapidez en la ejecución y técnica. Si no hubiese estado yo en el Barcelona, seguramente habría sido vendido a un club de la Segunda División", recordaba el holandés.

Puig no es Guardiola y, seguramente, todavía le falta mucho camino para dar el salto definitivo y jugar en el primer equipo o en un club de la primera división. Pero a lo largo de su trayectoria ha ido destacando en todas las categorías hasta que se ha convertido en una pieza importante en las filas del Juvenil A.

En 2018, Gerard ha contado con Riqui en algunos entrenamientos y su debut en una convocatoria llegó en la visita del filial a Córdoba, un partido que acabó con remontada (1-2).

En una semana en la que Sergi Roberto, la última perla de las categorías inferiores en consolidarse en el primer equipo, ha firmado su ampliación de contrato, que un jugador de toque formado en 'La Masia' debute con el filial es un halo de esperanza para los que echan de menos más apuestas por centrocampistas del fútbol base con sello Barça.