Mikel Merino, Gabriel Jesús y ahora Hee-Chan Hwang. Todos tienen algo en común: lograron driblar a Van Dijk y salieron vivos de su aventura.
Pero el surcoreano fue más allá. No sólo se contentó con romper al mejor defensa del mundo... la jugada terminó en el gol que inició la meritoria reacción del Salzburgo en Anfield.
Desde un 3-0, los austriacos tiraron de orgullo y levantaron el partido hasta el 3-3, cuando Haland silenció el feudo del campeón de Europa.
No obstante, el equipo liderado por Jesse Marsch no contaba con el último truco de Salah, que aún guardó algo de energía para hacer el 4-3 final.