El portugués intentó comenzar una buena parte de su vida cuando arribó en el Villarreal en la temporada 2017-18, pero todo salió mal. Acabó detenido por, presuntamente, secuestrar a una persona en su domicilio. Los agentes llegaron a encontrar una pistola en su casa.
Tuvo que pagar unos 30.000 euros para salir de la cárcel. Lo siguiente fue pasar a un segundo plano en el mundo del fútbol hasta que el Olympiacos confiara en él de nuevo para hacerle sentir futbolista. Afortunadamente para él, se apartó de la mala vida e incrementó su rendimiento.
"Lloré muchas noches. Nunca lo hice delante de nadie, pero muchas noches no podía dormir y sólo pensaba en mis hijos, en el sufrimiento de mi familia. Te hace pensar si realmente vale la pena dejar de pasar tiempo con tu familia para pasar tiempo con personas que no quieren tu bien", declaró una vez a 'A Bola'.
Pero ahora todo es distinto. En su última actuación en la Champions League, marcó una diana que, aunque no valió de mucho para cambiar el resultado del partido, sí que valió para aumentar su moral y hacerle pensar que puede volver a ser conocido por sus buenos actos sobre el verde.