El Villarreal es el campeón de la Europa League. Punto. Se ponga como se ponga y se ponga quien se ponga. Y lo es gracias a una historia de ciencia ficción. Pocos locos, o ninguno, se imaginarían que el primer título continental de la entidad 'groguet' llegaría con un disparo de penalti de un portero que después detendría el de su homólogo en una tanda de 21 goles. Pero es así. Así ha sido.
Antes, cuando el partido aún era un partido y no un relato épico, los ingleses arrancaron la cita superiores en lo físico. Los primeros compases del encuentro atestiguaron una contienda muy entretenida, igualada, a ratos rota, que convenía más a los 'groguets' cuando Unai Emery ordenaba un paso adelante en la presión. Asfixiar a los centrales que trataban de sacar la bola de atrás les funcionó casi siempre a los de Solskjaer, pero los españoles optaron mayormente por cubrirse un pasito más atrás.
Esto salió bien cuando el cansancio no atenazaba las piernas. Un Pau Torres soberbio como de costumbre y un Raúl Albiol cuya experiencia le aconsejaba dónde tenía que situarse en el área para achicar agua frustraron constantemente las internadas contrarias, que, en ciertos tramos, y no pocos, se dieron en cascada.
Parejo se convirtió en el metrónomo perfecto para conectar este blindaje atrás con la dinamita que Gerard Moreno traía arriba. El '5' parecía jugar a otro ritmo y conseguía implantarlo en el campo. Cuando el resto de futbolistas iban a una velocidad, él reducía la marcha y se beneficiaba de su apurada visión de juego. De sus botas nacieron varios pases muy precisos.
Uno de ellos adquirió la categoría de asistencia al contactar con la bota de Gerard Moreno. Bien situado en la caja de David de Gea, metió el pie justo lo que tenía que meterlo para redirigir el cuero al fondo de las mallas. El cancerbero carecía de tiempo para reaccionar y le tocó recoger la bola de su red, desde donde el duelo se reprogramó para, poco a poco, ser descaradamente dominante por parte del United.
De este germen nacieron los mejores momentos, que no los de mayor alegría, para los 'red devils'. El equipo exponía una sensación de clara superioridad en cuanto gozaba de espacios y el cuadro español no intentaba cortarlos cerca del área de De Gea, quien incluso sufrió con algunos pases en largo cuando los atacantes contrarios le obligaban a echar un vistazo a su alrededor antes de combinar.
Rulli también tuvo más de un susto -no sabía que acabaría con la capa de héroe a sus espaldas-, aunque el acierto de sus guardianes le evitó muchos más de los que podría haber habido. Pudieron batirle desde lejos, desde cerca y al rechace, pero, al final, tuvo que ser la fortuna la que ayudara a Cavani, con la caña puesta, para recoger un disparo de Rashford que había rebotado en varios 'groguets' y remacharlo a la red.
La diana de 'El Matador' terminó de destapar el gobierno 'red devil'. La firmó en el 55' y, de ahí en adelante, el Villarreal solo pudo centrarse en cubrirse del aluvión de acometidas de los de Solskjaer. A estos les pesó no ser capaces de traducir tanta intentona en goles por mucho que protagonizaran el partido y fueran quienes más proponían. Por demérito suyo y por mérito, casta y aguante castellonenses.
Frustración 'red devil'
Lo solo que se sintió Edinson Cavani en ciertos tramos del encuentro fue equivalente a la frustración de su equipo. Propuso más, dominó más, presionó más. No ganó. No ganó porque el Villarreal no se lo permitió y por la falta de resolución de algunos futbolistas que, de haber exhibido el nivel que atesoran y que por supuesto tienen, quizá habrían alterado el destino.
Rashford, intrascendente; Bruno Fernandes, cuyos destellos fueron intermitentes, o Greenwood, que no hizo tanto daño como el calibre de su puñal advierte, figuraron en la exhibición física de Cavani. El uruguayo no se cansó. Nunca. Estuvo en todo y en todas. Insistente arriba y personándose en las ayudas defensivas, no era raro verle en su propio área para evitar pases peligrosos y, un minuto más tarde, en la contraria para tratar de rematar uno.
Casta 'groguet'
El triunfo del Villarreal no fue sencillo, no. Lo construyeron la casta, el coraje y el aguante de los castellonenses, que demostraron que tienen lo que hay que tener para rendir a todo un Manchester United. El conjunto supo estorbar, y mucho, en la zona de tres cuartos para reducir la calidad de las combinaciones contrarias y, cuando se cubrió más atrás, sostuvo su sueño hasta conseguirlo.
Es imposible entender el campeonato sin entender la importancia de Pau Torres y Albiol. La juventud de uno y la experiencia de otro formaron el matrimonio perfecto para extinguir todo atisbo de inspiración de las principales armas inglesas. Sumado esto al temple de Parejo, a la incombustibilidad de Capoue y al delantero por antonomasia que es Gerard Moreno en el grupo, el cóctel garantizó sabor a gloria.
Prórroga con distinto tono
Con el tiempo reglamentario cumplido y la sensación de que los de Emery se habían salvado, tocó acudir a media hora extra en la que las tornas cambiaron esa tez de gobierno 'red devil'. Volvió la presión alta, volvió a estar incómodo el United y el tono del duelo adquirió mucha más igualdad. Los españoles potenciaban las pocas energías que les quedaban y los ingleses, tras tan solo un cambio, no bajaban el ritmo.
Aquello de que los 'groguets' mejoraron llegó a valer casi para cerrar la final antes de acudir a la tanda de penaltis. Una volea de Gerard Moreno previo pase de lujo de Coquelin de pecho encontró la pierna de Fred y su mano, pero el VAR no lo entendió como constitutivo de pena máxima y tocó acudir a los once metros para dilucidar al campeón.
La tanda de penaltis de sus vidas
La tanda de penaltis que decidió al campeón de la Europa League fue la tanda de penaltis de la vida del Villarreal, de las vidas de todos. Con 20 lanzamientos correctos desde los once metros que pararon 20 veces el corazón de los espectadores neutrales y no tan neutrales, la finalísima se redujo a las figuras de Gerónimo Rulli y David de Gea.
Estuvieron cerca de detener algún disparo, pero siempre se quedaron a centímetros. Acierto tras otro -Rashford, Cavani, Parejo, Gerard Moreno, Fred, Shaw, Mario Gaspar, Pau Torres...- y con algunos de los mejores golpeos de pelota que se han visto en un duelo de semejante importancia, llegó el turno de los cancerberos.
Rulli lo logró. De Gea no. El guardameta argentino reeditó un saque de puerta desde el punto de penalti para privar de opciones a su homólogo. Una vez se intercambiaron los papeles, él sí adivinó que el español no se la jugaría. Que lo tiraría raso. Metió la mano, paró el balón, paró el partido y paró la historia. El Villarreal es el campeón de la Europa League.