El partido estaba muy ajustado, los rumanos necesitaban un gol para la clasificación y Djuricin, entrenador del Rapid de Viena, le dio un papel con elementos a tener en cuenta en los instantes finales.
Sin embargo, cuando uno de los jugadores fue a entregar el mensaje a otro componente de su equipo, Rusescu, futbolista rival, le arrebató la pequeña hoja del técnico y la tiró al césped. Algo que dejó con la boca abierta a los integrantes del cuadro austriaco.
Finalmente, los locales no pudieron marcar ese ansiado gol para estar en la fase de grupos de la Europa League y fueron los visitantes los que sellaron su pase a la siguiente ronda. Eso sí, por falta de actitud no fue...
31 de agosto de 2018