Ha recuperado la melena este Athletic. Hay una identidad, entendimiento sobre el terreno de juego, 'feeling' entre cuerpo técnico y jugadores y, sobre todo, una simbiosis con la afición espectacular.
Este Athletic tiene mucha 'chicha', y su afición realmente disfruta con cada minuto de juego de sus futbolistas. En casa ha vuelto ese miedo de los rivales a jugar en uno de los estadios más complicados de la categoría.
Regresa, por tanto, una de las señas de identidad del conjunto bilbaíno, que firmó un partido similar al anterior derbi ante la Real Sociedad, siendo igual de dominador de todas las fases del juego y con el mismo resultado.
Desde el minuto 1, la presión del Athletic incomodó a un Alavés que tenía el guion bien estudiado. Y le funcionó la primera media hora, hasta que la 'pantera' se deshizo del tremendo marcaje de Laguardia.
Iñaki Williams se adelantó a todos en el área y, en el 37', Jesús Gil Manzano decretó pena máxima, tras revisión en el VAR, que Raúl García se encargó de trasnformar para abrir la lata.
Continuó el monólogo del Athletic en el segundo tiempo, con tímidos intentos lejanos del 'Glorioso'. Pero, a partir de la hora de partido, volvieron las garras bilbaínas a atrapar a la presa en San Mamés.
La misma escuadra evitó que Williams se llevara el merecido premio del gol con un obús espectacular. Sería Muniain el que, tras despeje de Pacheco, finiquitaría el duelo al empujar a placer.
La superioridad era pasmosa, y no solo por el resultado. Unai Simón no tuvo que participar y el Alavés se mostró impotente en ataque. San Mamés volvió a rugir, cómo han cambiado las cosas, esta vez por el liderato.