Comenzaron los locales con ímpetu, tratando de someter a su rival al ritmo vertiginoso que quiere imponer siempre Sarri a los encuentros, en aras de intimidar y asumir el protagonismo.
Lejos de amilanarse, el Bournemouth aceptó el baile del Chelsea, adelantando la línea defensiva para dificultar la salida de balón londinense e inquietar a Kepa.
La propuesta visitante era una invitación a atacar la espalda de la zaga. Un caramelo para los vertiginosos delanteros 'blues', que afilaban los dientes en cada ataque.
Sin embargo, Wilson dispuso de las mejores ocasiones del primer tiempo para abirir el marcador, sembrando el pánico en un Stamford Bridge que sufría la falta de precisión en los metros finales.
Entre lamentos del Bournemouth, el Chelsea se fue al vestuario, donde Sarri se encargó de espolear a un equipo que dominaba pero no generaba el peligro suficiente.
Merced al paso de los minutos, el técnico italiano decidió mover el banquillo, dando entrada a Pedro y Giroud, en lugar de Morata y Willian para tratar de agitar el encuentro.
Apenas sumaba siete minutos sobre el césped, cuando el español se apoyó en el francés para trazar una pared y, tras recortar a la defensa rival, batir a Begovic con un preciso lanzamiento desde la frontal.
El golazo del canario abrió la lata y cambió el guion del Bournemouth, que necesitaba marcar para sumar algún punto de Londres, a pesar de tener que descuidar la retaguardia.
Mientras los visitantes intentaban una remontada a la desesperada, el Chelsea galopaba a sus anchas por Stamford Bridge para firmar el 2-0 definitivo.
Con el Bournemouth volcado, Marcos Alonso sirvió en bandeja el tanto a Eden Hazard, que no perdonó y ató otros tres puntos para seguir en la cabeza de la tabla.
Sarri sudó de lo lindo para contar sus partidos en la Premier League por vistorias, manteniendo el pleno de victorias que consiguió horas antes el Liverpool de Klopp.