Tras alzarse con la prestigiosa Copa del Mundo como capitana de la Selección de Estados Unidos, Megan Rapinoe se convirtió en ganadora del Balón de Oro 2019.
Un nuevo título que va a parar a las manos de la veterana delantera de 34 años en este histórico e inolvidable año, un 2019 que ha elevado a Rapinoe hasta la gloria, convirtiéndola en icono del fútbol femenino, referente en todo el planeta.
Levantó la estadounidense el segundo Balón de Oro femenio de la historia para coronar un año impecable, tras el 'The Best' a la mejor jugadora del planeta, que también fue a parar a sus manos.
Todo esto después de conseguir acabar la gran cita mundialista de Francia como máxima goleadora con seis tantos y siendo elegida la 'MVP' de la gran final, un premio más que merecido para la jugadora de Seattle Reign.
¿Pero es igual de merecido el Balón de Oro? Muchos son los que han criticado la decisión de la revista 'France Football' de concederle un trofeo de tal categoría y magnitud, situándola a la altura del mismísimo Leo Messi.
Y no hablamos de comparaciones sexistas, sino de lo meramente deportivo. Dejando a un lado la Copa del Mundo ya mencionada, ¿qué más ha hecho Megan Rapinoe este curso para ser elegida la mejor del año?
Durante toda la temporada, tan solo ha disputado seis partidos en la National Women's Soccer League (NWSL), tres de ellos como titular, con un total de 452 minutos sobre el césped.
Unas cifras, cuando menos, escasas a la par que sorprendentes para la que ya posee el soñado Balón de Oro femenino. Para mayor sorpresa, Rapinoe finalizó la competición sin hacer ni un solo gol. Además, tampoco repartidó asistencias.
En cuarta posición con 38 puntos acabó el Seattle Reign la competición regular, cayendo por goleada 4-1 ante el North Carolina Courage en las semifinales del 'play off'.
Un total de once partidos durante todo el año si tenemos en cuenta los cinco que jugó con EE.UU. en territorio francés, cifras que hacen preguntarse una y otra vez por qué Megan Rapinoe es poseedora del Balón de Oro.
Muchos hablan de puro marketing, de su gran labor como activista y cara visible de los derechos LGTBI, de un Balón de Oro condenado a una cuestión simplemente mediática y no, como el fútbol esperaba, deportiva.