No ha sido un partido bonito. Está costando ver uno memorable en la Copa África en lo futbolístico. Uganda y Senegal, quizá por el hecho de haber pasado limpios de tarjetas a octavos, han sido expeditivos como pocas veces se ve.
Eso ha provocado que el partido fuera feo. Trabado. Pausado a cada minuto. Las ocasiones, contadas, y más por demérito de los rivales que por méritos propios. Ganó la que supo aprovechar los regalos del rival.
Y Senegal sólo aprovechó uno, el que en el 15' acabó por convertir Mané, con una bonita definición, en el 0-1 que a la postre sería definitivo.
El partido comenzó con el guardameta de Uganda, Onyango, jugándose el penalti. Salió a cortar un balón al lateral de su área y se llevó por delante a Ismaïla Sarr. Desde el minuto 1, con amarilla, algo que más adelante veremos como pudo haber sido vital.
Las faltas fueron la tónica habitual de esos primeros minutos. En once minutos se habían mostrado ya tres amarillas. Por suerte los ánimos se calmaron un poco, porque hubiera sido extraño que, a ese ritmo, acabasen los 22.
Entonces llegó el gol. El regalo de Uganda, más bien. Falló en el pase, se lo regaló a Senegal, y falló en el repliegue. Mané, sin marcador, recibió y batió a Onyango por bajo, ajustando el tiro al poste.
Uganda ya perdía, y para colmo se le había lesionado uno de los centrales, Wasswa. Entró en su lugar Awanyi, y el partido continuó.
Las 'grullas' se dieron cuenta de que la forma de generar peligro pasaba por buscar por alto a sus delanteros, así que procedieron a colgar balones y a exprimir las faltas y saques de esquina. Fue la única forma en la que Gomis se tuvo que emplear a fondo, más allá de algún disparo aislado que otro.
Los minutos fueron pasando de forma perezosa. Se llegó al descanso, se superó este, y el partido se reanudó. Uganda había recobrado el espíritu combativo y Senegal volvió al partido dormida.
Uganda apretó, y fue mejor por momentos que la Selección Senegalesa, a priori muy superior que su rival. Pero entonces, cuando mejor estaba Uganda, otro error a punto estuvo de costarle la sentencia.
Mismos protagonistas: Mané y Onyango. Pero ahora el delantero del Liverpool fue arrollado por el portero rival, vendido por sus compañeros ante tan sonrojante regalo a su rival.
Debería haber sido amarilla y, por tanto, roja, pero el colegiado argelino, cuyo arbitraje fue bastante mediocre, le perdonó la expulsión. Y, para colmo, Onyango le detuvo el lanzamiento a Mané.
¡Lo que hubiera sido si por ese penalti que no se marcó, detenido por un portero que debería haber sido expulsado, Senegal llega a perder el partido! Pero no ocurrió, ese escenario es fútbol ficción.
Los cambios surtieron efectos contrarios. Senegal logró recuperar el mando del partido, fiel a su juego directo, mientras que Uganda se perdió. Los cambios sembraron el caos y ni en el arreón final se acercaron claramente a los dominios de Gomis más que a balón parado.
Senegal ganó con lo justo, casi sin querer, y se medirá en cuartos a la primera gran sorpresa de la Copa África, Benín, que ha eliminado por penaltis a Marruecos.