David contra Goliat, segunda parte. De nuevo el Leganés partía como el aspirante, ante el favorito, un habitual en las últimas rondas de la Copa como es el Sevilla.
Pronto Garitano le mostró sus armas a Montella. Presión incesante, no dar un respiro al Sevilla ni en su propio campo. Porque el Leganés no escatima esfuerzos.
Eso hizo que el Sevilla estuviera muy incómodo, obligándole la presión a circular el balón con demasiada velocidad, lo que propiciaba erorres en el pase.
El Sevilla intentó aprovecharse de ese ímpetu inicial 'pepinero', aunque la primera ocasión de peligro llegó a balón parado, un córner que nadie remató bien, que se quedó muerto entre Champagne y Mercado, y que el portero del Leganés despejó con una ágil mano.
Las ocasiones del Sevilla se comenzaron a suceder entonces. El Leganés presionaba, pero sus posesiones no generaban peligro al rival. Y cuando el 'Lega' le dio el primer susto al Sevilla, llegó el gol de Muriel.
Se cambiaron los papeles
El Sevilla presionó la salida de balón del Leganés, recuperó Banega un balón en el centro del campo, pasó a Sarabia y éste asistió al desmarque a un Muriel que batió con disparo raso y cruzado a Champagne.
De nuevo al Leganés le tocaba remontar la eliminatoria. Reaccionó bien el conjunto local al tanto, pues el Sevilla ya había hecho lo más difícil, marcar en campo contrario. Tocaba mantener el resultado.
Entre acometidas del 'Lega', avisos del Sevilla, siempre con mucho más peligro que su rival. Pasada la media hora Claudio Beauvue tuvo una ocasión clarísima, aprovechándose de una pérdida de Sarabia en la frontal, pero el balón se le fue por encima del larguero.
El Sevilla tomó buena nota del aviso, y en la recta final del primer tiempo exprimió a Champagne, obligándole a enmendar su pobre actuación en el gol de Muriel. Y el arquero argentino respondió a la perfección.
Goles son errores
Con 0-1 se fue el partido al descanso, y tras éste, más de lo mismo. Un Leganés que no negocia esfuerzos, presionando como si fuera el minuto 1 al Sevilla. Y un Sevilla replegado, esperando su oportunidad, pero cada vez más metido en su campo.
Y llegó el gol del que todo el mundo habla. Córner botado al corazón del área, mal despeje de un jugador del Sevilla y balón fácil, a priori, para que Sergio Rico lo despejase o lo atrapase.
Pero entre él y el balón estaban Siovas y Lenglet, uno buscando molestar y el otro cubriendo a su portero. Rico, en lugar de saltar contundente a despejar, se limitó a estirar el brazo, como esperando que el balón le golpease y por arte de magia se despejase solo.
Falló. Siovas saltó un poco, le pegó en la cabeza y se coló en la portería. Un error clamoroso, grosero, que deja en entredicho su labor, ya de por sí criticada tras el empate agónico del Getafe en Liga la pasada jornada.
Las protestas de nada sirvieron. No hubo falta al portero. Y el Sevilla, tras unos minutos de incertidumbre, reaccionó enrabietado. Pero el marcador no se movería más.
Falso alto el fuego en Butarque
Llegaron los cambios, que únicamente sirvieron para frenar el ritmo del partido. Parecía por momentos que ambos daban por bueno el empate, pero lo cierto es que este resultado favorece más al Sevilla.
No era cierto. El Leganés buscó entonces repetir la jugada, aferrándose al balón parado para poner en apuros a Sergio Rico, mientras que el Sevilla se limitó a esperar un error del rival hasta el pitido final.
No ocurrió ni lo uno ni lo otro. La cuota de errores quedó bien cubierta en los dos goles. En empate a uno intenso, pero que deja sensaciones extrañas en ambos contendientes.
El Leganés parecía irse contento con el resultado, pero está obligado a marcar en el Pizjuán; el Sevilla se marchó cabizbajo, dolido por el gol encajado, pero sigue teniendo la sartén por el mango y la vuelta se juega en casa.
El desenlace, en siete días en Sevilla, en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.