El cese de Víctor Sánchez del Amo tiñó de extraño un partido que, sin embargo, pareció impermeable a todo lo externo. El Málaga presumió de orden, seriedad y efectividad en un partido 'made in Segunda'.
La Ponferradina llegaba con siete de los últimos nueve puntos en el bolsillo. No obstante, los de Bolo estuvieron lejos de merecer algún punto, ya que apenas inquietaron con un par de llegas aisladas a Munir.
El gol todo lo arregla en el fútbol. Y no pudo haber mejor guion para los de Sergio Pellicer, que debutó con buen pie, en la tarde-noche del martes.
Antoñín apenas tardó unos 100 segundos en dar, al fin, una alegría al malaguismo. Juanpi encaró a la muralla berciana y probó suerte, pero su disparo fue rechazado. Sin embargo, la raza y la fe del canterano le llevaron a firmar un remate nada sencillo para mandar la bola al palo largo. Gazzaniga nada pudo hacer.
El bálsamo que es siempre el gol le sentó al Málaga como el agua al caminante extraviado en el desierto. Pero el tanto no hizo pecar a los locales de conformistas.
La Ponfe intentó el típico y casi obligado arreón tras el tanto, pero su primer aviso, lejano y con poco márchamo de gol, llegó a los 28 minutos. Antes, Pacheco estrelló en el lateral de la red una falta directa que a punto estuvo de sorprender a Gazzaniga.
Antes del descanso, Juankar estrelló un balón en el larguero que, por estética, mereció ser gol. El lateral conectó de primeras un saque de esquina pasado y su remate fue repelido por el travesaño.
La segunda mitad trajo la entrada de Isi, que se convirtió en el arma más peligrosa de la Ponferradina. Con Yuri aislado y casi abandonado en punta, el recién ingresado asumió los mandos, pero tampoco pudo llevar la nave berciana a buen puerto.
El ritmo decayó con el paso de los minutos, si bien Munir alteró las constantes de La Rosaleda con una parada en dos tiempos que asustó a más de uno. El aviso pareció darle confianza al cuadro de Bolo, que creció en el terreno de juego.
Pellicer se dio cuenta y quiso meter más músculo en el verde. Benkhemassa reemplazó a Juanpi y la mejoría de la Ponfe, más en posesión e intención que en llegadas, se quedó en nada.
Poco más dejó la recta final del partido. Renato y Sadiku lo intentaron por parte local, mientras que Nacho Gil tuvo alguna opción para poner a prueba a Munir. Pero no fue hasta el añadido cuando el marroquí tuvo que mancharse de verdad los guantes, al detener un remate de Asier Benito.
Mención especial merece el partido de Juande. El canterano no defraudó a la confianza del nuevo técnico y se matriculó con nota en un templo blanquiazul que supo agradecerle su buena faena.
Al final, Buenacasa debutó antes de un pitido que hizo respirar a La Rosaleda. El triunfo alegra a un malaguismo necesitado y le hace llegar a los 26 puntos. Ya son siete las jornadas seguidas sin perder. Por su parte, la Ponferradina se estanca y, tres jornadas después, se va a casa con una derrota que le frena en sus 31 unidades.