A sensaciones, a juego, a goles, a sabor a oportunidad perdida. Parecía que el Alavés y el Real Betis iban a empatar a todo en su duelo de la novena jornada de Primera División en Mendizorroza. No lo hicieron porque Joaquín no quiso. Revolucionó el partido a falta de 26 minutos para su final a nivel de impresiones y de cifras porque animó el ataque verdiblanco y firmó la asistencia del gol de la victoria.
El guion quizás habría sido distinto, más tranquilo, de haberse mostrado más blando atrás el conjunto de Javi Calleja. Su defensa aguantó momentos de duro asedio protagonizados por los andaluces en la media hora inicial del choque. Miazga, Duarte y Ximo Navarro leyeron bien la mayoría de las ideas que afloraban en la zona de tres cuartos, 'territorio Rodri'.
Canales se volcó en una labor más afilada para probar por él mismo la solidez de Pacheco, que, como sus zagueros, estuvo correcto. Fekir, menos cómodo, apareció más bien en la segunda mitad, cuando dibujó un par de chuts con el interior de la zurda al palo largo que terminaron marchándose por línea de fondo.
La idea de ataque del Betis fue secándose ante el muro en el que se había convertido el Alavés y hubo que esperar a los 25 minutos finales para ver algo distinto. La entrada de Joaquín en el campo abrió más espacios, rompió alguna que otra cadera y motivó que los verdiblancos pasaran de tanta posesión larga a morder también a la contra.
La consecuencia y el premio de este aporte lo acogió el marcador casi sobre la bocina, en el minuto 89. Fekir jugó profundo para el '17', Bellerín -quien fue el mejor en defensa- dejó pasar inteligentemente la pelota y el del Puerto de Santa María, tras una arrancada explosiva, encontró al primer toque a Borja Iglesias, que esperaba en el corazón del área.
El 'Panda' se erigió así en el revulsivo ideal con permiso de su compañero y llevó a cabo la labor que Willian José no pudo hacer. También es cierto que esto último no fue culpa solo del hispano-brasileño. Estuvo desprovisto de oportunidades. Ni siquiera le llegaba algún balón suelto de los que abundaban en el área andaluza.
Y es que, aunque el Alavés perdiera, pudo ganar perfectamente. Se encontró dos veces con la madera. La primera, en un pillo intento de gol olímpico por parte de Toni Moya, que obligó a Rui Silva a estirarse por si tenía que poner la mano y al travesaño a sonar. La segunda, un testarazo a bocajarro de Miguel de la Fuente, que redirigió un tiro de Ximo Navarro.
No solo estas ocasiones quedaron en el tintero 'babazorro'. La zaga del Betis se mostró más desconcentrada que la rival cuando los vitorianos empezaron a apretar arriba. Algún despeje suelto como uno que erró Bartra al pegar una patada al aire lo pudo aprovechar Pellistri, el más listo a la hora de cazar cueros sin dueño, pero le faltó tino.
Quizás habría hecho falta que Joselu apareciera un poco más o que Laguardia, que se incorporó con tanto criterio al ataque que incluso destacó más por eso que por su labor atrás, conectara bien algún cabezazo. Ni cuando los de Pellegrini, del ecuador de la segunda mitad en adelante, se cansaron y propiciaron posesiones locales prolongadas, llegó la manera de batir a Rui Silva, así que las caras largas inundaron las gradas de Mendizorroza porque su escudo sigue en puestos de descenso.