Es difícil que el Chimy no haya encandilado ya a todos los aficionados de Osasuna. El rosarino es un auténtico ciclón y encaja a la perfección en el clima navarro.
Por difícil que parezca, Osasuna no había ganado en El Sadar, aunque tampoco ha perdido. Solo empates. Este sábado tenía una cita imprescindible para espantar las dudas.
Y la aprovechó. Arrasate introdujo a Roncaglia como novedad y, aunque sea extraño, el zaguero acabó siendo clave en la victoria sobre el Villarreal.
El 'submarino amarillo' firmó una solvente primera mitad. Se adelantó en el 5' de juego por mediación de Pau Torres, que aprovechaba un balón suelto en el área para celebrar su convocatoria con 'la Roja'.
Calleja apostó por Chukwueze, Ekambi y Gerard Moreno arriba, es decir, velocidad pura para, precisamente, el plan que tendría entre manos a continuación: robar y contragolpear.
Chukwueze tuvo varias para correr, pero le faltó en todo momento el último pase al Villarreal. Osasuna no reaccionó hasta el segundo tiempo. Al descanso, el resultado pudo ser peor para los rojillos.
Tras la reanudación, zapatazo monumental de Roncaglia para igualar el encuentro. Un tanto doloroso para los de Calleja. A partir de ahí, alternancia de golpes hasta el último cuarto de hora.
Finalmente, Osasuna se hizo con el control del encuentro gracias a una alta presión que complicó demasiada la salida de balón castellonense. Entonces apareció el Chimy.
El delantero argentino, en semi-fallo, mandó al fondo de las mallas un balón muerto en la frontal. 2-1 y El Sadar se deshizo en gritos para espolear a los suyos. Tres puntos que impulsan la moral de un equipazo.