Como ante Arabia Saudí, Egipto o España. Como lo ha hecho durante todo su Mundial. Rusia sorprendió en el último choque de cuartos de final y rozó una clasificación histórica a semifinales que acabó consiguiendo Croacia en la tanda de penaltis. Los de Cherchesov soñaron con hacer historia, pero será Croacia quien continuará haciéndola en suelo ruso.
Lejos de plasmar la teórica superioridad de los balcánicos, Rusia y Croacia se batieron el cobre en el choque de cuartos de final más igualado del Mundial y el que, al margen del Brasil-Bélgica, acabó dejando un mejor sabor de boca.
Porque Rusia no quiso ser el equipo ultradefensivo que sofocó a España en los octavos. Cherchesov leyó una vez más de manera excepcional el partido y los rusos supieron cuándo presionar y cuándo defenderse, pero al final acabaron pagando su bajísimo nivel técnico durante buena parte de la segunda mitad y la prórroga.
Croacia, sorprendida de inicio por una presión asfixiante de Rusia, no pudo plasmar su juego en ningún momento. A Rakitic y a Modric les costó sentirse cómodos y el fútbol croata quedó reducido a un buen puñado de balones en largo para que Perisic, Rebic, Mandzukic y Kramaric se batieran el cobre con la zaga rival. Y ahí los Ignashevich y Kutepov vivieron muy plácidos, con las acometidas rivales bajo control.
Con pocas ocasiones, daba la sensación de que el partido estaba mucho más donde quería Cherchesov que donde había imaginado Dalic. Una contra aquí de Dzyuba, un balón parado allá... Mientras, en Croacia, sólo Vrsaljko, muy activo, llegaba de manera constante con peligro, aunque sus llegadas eran tan constantes como poco precisas.
El milagro de Cheryshev
Entre llegada y llegada de unos y otros, apareció Cheryshev para hacer el 1-0. El futbolista ruso, tocado por una varita en el Mundial de su país, se inventó un golpeo con efecto que sorprendió a Subasic y se coló por toda la escuadra. Otra vez los locales, lanzados por un público increíble, estaban consiguiendo acabar con un equipo superior sobre el papel. Y haciendo muy poco, pero haciéndolo muy bien.
Todo parecía bajo control para Rusia, que sí que empezó a renunciar al balón para defender con un muro como ya hiciera ante España. Pero Cherchesov y los suyos no contaban con el tremendo despiste defensivo que permitió a Croacia meterse en el partido con suma rapidez. Se coló solo Mandzukic por la banda izquierda y puso un centro medido a la cabeza de Kramaric, que batió con temple a Akinfeev.
El tanto croata casi puso punto final al primer acto y los de Dalic recibieron una tremenda inyección de moral de cara a la reanudación. Croacia ya sí que comenzó a volcar el juego sobre la portería de Akinfeev, mientras a Rusia le costaba mucho pasar del centro del campo.
Los locales vivían de las acciones a balón parado, en las que siempre crearon peligro, pero el seleccionador croata supo leer el encuentro y retiró un punta, Perisic, para meter a un centrocampista, Brozovic, y poder así liberar a Modric. El jugador del Inter se retiró sólo tres minutos después de tener la más clara de la segunda parte, en un remate con Akinfeev vencido que se estrelló en el palo y salió milagrosamente fuera.
Modric comenzó a vivir mucho más suelto, pero a Croacia no se la veía demasiado preocupada por el resultado. El paso de los minutos llenó de interrupciones el juego y entre las lesiones de Erokhin y Subasic el partido se consumió. Ambas habían firmado la tregua hasta la prórroga.
Una prórroga para recordar
En ella, el cansancio comenzó a hacer aparición en ambos conjuntos. Mientras Rusia seguía obteniendo faltas y saques de esquina con una facilidad inusitada, a Croacia cada vez le costaba más trenzar una jugada de peligro. Los de Dalic también se abonaron también al balón parado y así estuvieron a punto de desnivelar de manera definitvia el partido. Puso un córner Modric y remató mansamente Vida, pero el esférico se coló entre un mar de piernas y sorprendió a Akinfeev.
El gol, ya con Rusia sin sus mejores hombres, parecía ser definitivo, pero este equipo ha aprendido a renacer de sus cenizas en este Mundial. Los anfitriones remontaron de manera sorprendente el gol de España en los octavos de final y también enviarían el choque de cuartos a la tanda de penaltis con un tanto a última hora.
Sin juego, con muy poquito, Rusia aprovechó una mano imperdonable de Pivaric y el servicio de Dzagoev lo envió con un certero cabezazo Mario Fernandes a la red. Quedaban cuatro minutos más y muy pocas fuerzas para intentar nada, así que Rusia y Croacia acordaron jugárselo en la tanda de penaltis.
Comenzaron los de Cherchesov por petición de Croacia y esta vez a los balcánicos les salió bien. Tiró horrible Smolov, poniendo una vez más de manifiesto que su estado de forma es deplorable, paró Subasic y ya nada fue igual para Rusia.
Brozovic y Dzagoev no perdonaron y, aunque Kovacic también falló -gran parada de Akinfeev-, Mario Fernandes envió su penalti directamente fuera y pasó de héroe a villano en cuestión de minutos. No se fallaría ningun lanzamiento más, a pesar de que el guardameta ruso casi se lo para a Modric, y Rakitic, como ya hiciera en octavos de final, sí que se puso la capa de super héroe para llevar a Croacia a las semifinales 20 años después.
Rusia cayó con las botas puestas y soñó con estar entre las cuatro mejores del mundo, pero Croacia, de la manera más inesperada, acabó con el bonito sueño del anfitrión de la manera más cruel.