Suiza ha logrado el billete a Rusia con lo justo. Todo lo brillante que fue su fase de clasificación ha quedado en nada en la Repesca. Irlanda del Norte, mucho más limitada técnicamente, ha apretado mucho más de lo esperado las tuercas a Suiza.
Se vio en la ida, un partido que los centroeuropeos ganaron gracias a un controvertido penalti que anotó Ricardo Rodríguez al poco de comenzar el segundo tiempo, y se ha visto hoy, en la vuelta.
Suiza quiso dominar el partido. De hecho, llegaron los helvéticos más y mejor a la portería defendida por McGovern en cuanto el énfasis inicial de Irlanda del Norte se diluyó.
Pero hoy estaba todo en contra del fútbol. El campo estaba hecho un barrizal, la lluvia no dio tregua, y los contendientes no parecían por la labor de jugar bonito.
Se vio durante todo el partido a una Suiza atenazada por la tensión. Tenía el pase en la mano, pero estaba aterrada por la posibilidad de encajar un gol.
Irlanda del Norte jugó sus cartas, el contragolpe. En la segunda parte el escenario fue otro. Suiza renunció al balón, e Irlanda encajonó a sus rivales en busca del tan ansiado gol.
Los cambios animaron el partido, y la entrada de Breel Embolo a cinco del final fue lo que salvó a Suiza. Porque el chaval entró al partido con ganas de agradar, y su frescura volvió loca a la zaga británica.
Sin embargo, todo el trabajo realizado por Suiza en 90 minutos (o 180 si contamos la ida) estuvo a punto de irse por el desague en el 92'.
Sommer, contagiado del nerviosismo de sus compañeros, saltó a por un centro desde la esquina y se quedó a un mundo de llegar. Evans remató y Ricardo Rodríguez la sacó bajo palos.
Más de un corazón alpino se paró en ese momento. Pero al final, pese al suspense, Suiza logró el pase al Mundial. Irlanda del Norte hizo méritos de sobra para llevarse el partido, pero la fortuna le fue esquiva.