Muchos le criticaron por su gris actuación, apenas un par de días atrás, ante el Inter. Cristiano Ronaldo se ha desquitado ante el Nápoles en la Supercoppa, sin la necesidad de hacer un partido perfecto. Le bastó con aparecer en el momento indicado y marcar el gol que encarriló la victoria. Un gol que además es histórico: convierte a Cristiano Ronaldo en el máximo goleador de siempre.
Cristiano Ronaldo ha hecho historia, y lo ha hecho haciendo que su club, la Juventus de Turín, recupere la corona del supercampeón de Italia, que el año pasado perdió a manos de la Lazio.
El triunfo de la 'Vecchia Signora' ha sido más que merecido, y no porque haya hecho mucho más que su rival, un Nápoles inoperante durante la mayor parte del partido, sino porque ha hecho lo justo sin apenas tener respuesta contraria.
Pirlo le ha ganado la partida a Gattuso, pero no le ha dado una lección táctica. No ha sido un partido que la Juve pueda presumir de haber dominado de cabo a rabo. No se ha visto al Nápoles superado, se le ha visto irreconocible.
Los primeros minutos fueron vibrantes, con acercamientos a un área y la contraria. Invitaban a creer que la Supercoppa será disputada a tumba abierta, pero poco a poco fue decayendo el ritmo.
Estaba la Juve cómoda con el caos inicial, pero también manejando con pausa y tino el balón. El Nápoles, que comenzó presionando a su rival muy arriba, se desinfló, se echó atrás y dejó de inquietar a Szczesny.
Pese a todo, la más clara de toda la primera mitad fue para los de Gattuso. Fue en el minuto 28, cuando Hirving Lozano cabeceó en boca de gol un centro tenso de Demme. Era gol, pero Szczesny apareció de la nada para hacer el primero de sus grandes paradones del día.
Porque el gol lo marcó Cristiano, pero conviene recordar que la Juve mantuvo su meta a cero gracias al guardameta polaco, quien hizo varias paradas imposibles, de mérito, que negaron al Nápoles goles claros.
Por su parte, el astro luso fue entonándose poco a poco. A diferencia del partido contra el Inter, Cristiano estuvo participativo. Se ofrecía, movía la pelota y, cuando lo veía claro, probaba fortuna. Sin acierto, para la estadística.
El encuentro se fue con esta engañosa igualdad al descanso. La Juve parecía tener controlado el partido, mientras que el Nápoles daba la sensación de estar jugando con el freno de mano puesto.
El segundo tiempo comenzó con un susto para los de Gattuso, un balón que Ospina atrapó sobre la línea de gol después de que lo rozase Bernardeschi, quien había entrado al descanso por Chiesa.
Fue Bernardeschi el agente desestabilizador del partido, hasta que apareció él. Cristiano mostró su faceta de 'killer' de área, del oportunista que aparece por sorpresa, para en el 64' adelantar a la Juve.
Sacó desde la esquina la Juve, el balón pegó en Bakayoko y quedó muerto en el área pequeña para que Cristiano fusilase a placer a un Ospina que mucho hizo con casi rozar el zambombazo a quemarropa del luso.
Un gol que no fue uno más, fue el que le convirtió en el máximo goleador de toda la historia del fútbol. Cristiano Ronaldo ya es CR759, y los que le quedan por celebrar.
El gol no espoleó al Nápoles, y de hecho la Juve empezó a merodear la sentencia, ante la incomparecencia de su rival. Todo cambió cuando Gattuso metió a Mertens al campo.
El belga le dio chispa al ataque partenopeo, y él forzó el penalti, grosero, que cometió McKennie. Penalti que el colegiado en primera instancia obvió, y que señaló tras acudir al monitor y ver la patada que el estadounidense le propinó a su rival en el tobillo al ir a despejar el balón dentro del área.
Aquello iba a poner al rojo vivo la final, pero Insigne lo falló. No se lo paró Szczesny: lo tiró fuera. Fue demoledor para él, pero al menos no para sus compañeros. El Nápoles jugó desde entonces sin red.
La Juventus hizo todo lo que estuvo en su mano por no perder el ritmo del juego, por mantener de una pieza el partido, pero no pudo. El Nápoles acabó rompiéndolo, y eso solo podía significar una cosa.
Se la jugó a cara o cruz Gattuso. O mandaba el encuentro a la prórroga, o se lo regalaba a su rival. Y a punto estuvo de pasar lo primero antes de que sucediera lo segundo.
En el añadido, Elmas remató de mala manera un córner, pegó en Chiellini y un Szczesny ya vencido sacó una providencial pierna para evitar el empate.
Y con todo el Nápoles buscando rematar el consiguiente saque de esquina, contra de Cuadrado y gol de Morata. Final de partido y la Juve, supercampeona de Italia.