De la ilusión por el triplete al desencanto por ganar 'solo' una Liga. El espíritu optimista del aficionado 'culé' se fue derrumbando con el paso de las semanas y, sobre todo, tras el punto de inflexión: la dolorosa eliminación en Champions frente al Liverpool en Anfield.
Un partido que marcó un antes y un después. Tras el 3-0 en el Camp Nou, parecía impensable que los azulgranas dejaran escapar de nuevo una oportunidad de meterse en la gran final como ya habían hecho un año antes contra la Roma. Pero así fue.
Un mazazo que todavía duele. Así lo reconoció incluso Gerard Piqué. La derrota del Barcelona ante el Valencia en la final de Copa fue una prueba más de que este equipo está tocado y casi hundido. Y casi todos los focos apuntan hacia una misma dirección. A Valverde.
Como suele ser habitual en el fútbol, la figura del entrenador es la primera en ser evaluada cuando la temporada ha estado por debajo de lo esperado. El balance, pese a ello, no es malo: un título (la Liga), unas semifinales de Champions y una final de Copa. Pero se antoja insuficiente.
Para muchos, el ciclo del 'Txingurri' ha acabado. Se le achaca la pérdida del estilo del Barça y no saber sacar partido de la plantilla. Pero, ¿y si no hay más cera que la que arde?
En Anfield, el entrenador solo disponía en el banquillo de Malcom como único futbolista de perfil ofensivo. Tampoco pudo contar con Ousmane Dembélé, por entonces ya en la enfermería.
Valverde, de nuevo, tuvo que afrontar la final de Copa sin Luis Suárez ni 'Dembouz', ambos por lesión. Con Arthur recién recuperado y Philippe Coutinho muy por debajo del nivel que se espera de él, completó el once alineando a Sergi Roberto por delante de Semedo.
Pero es que en el banquillo tampoco había mucho más. Dos defensas, Vermaelen y Umtiti; dos centrocampistas, Vidal y Aleñá; y dos atacantes, Malcom y Carles Pérez -del Barça B´-. Unos revulsivos que se antojan insuficientes para un equipo como el Barça.
Ni rastro de Kevin-Prince Boateng, ausente en la convocatoria. Llegó en enero como refuerzo para la parcela ofensiva y sus números lo dicen todo: cuatro partidos y 303 minutos. Más allá de sus lesiones, otros tantos cuestionan su fichaje.
Cierto es que todos los focos apuntan hacia Valverde, que reconoció tener su parte de culpa como cualquier entrenador, pero... ¿es el verdadero problema de este final de temporada del Barça? ¿Lo fue la mala planificación de la plantilla? ¿Ambas?