No está entre los firmes candidatos a llevarse la Champions (es el séptimo, según las casas de apuestas). Es más, el gran momento del Liverpool incluso le hace estar por debajo de los pronósticos en octavos. Pero es el Bayern.
Hay que remontarse casi hasta el pasado milenio para encontrar una versión tan frágil de los bávaros en la Bundesliga. Si a estas alturas de la competición el año anterior ya tenía una ventaja sobre el segundo que parecía insalvable, ahora anda a seis del líder. Incluso hay quien ve peligrar seriamente el título.
Ciertamente, el Borussia lo está poniendo muy complicado, y obligará a los de Kovac a remar mucho más de lo normal para revalidar por enésima vez el cetro de campeón.
Dicho de otro modo: ir a remolque le hará funcionar al cien por cien durante lo que queda de campeonato, cuestión que no ha sido así en los últimos años y que le ha supuesto un caro peaje en Champions: llegar algo laxo a las eliminatorias de la verdad.
En esta edición no ocurrirá así. En febrero, en octavos, tiene garantizados dos grandes alicientes: ese estar a tope de intensidad en la Bundesliga y el Liverpool, que está a un nivel superlativo, y ahora es uno de los rivales a batir.
De superar esta primera eliminatoria, el Bayern saldríz reforzado de cara a pensar que solo le quedarían cuatro partidos para plantarse en la final del Metropolitano.
Ciertamente, la llegada de Niko Kovac no funcionó tal y como se esperaba. Lo que se planteó como la versión joven de Jupp Heynckes, un técnico alemán que había hecho las cosas muy bien en Frankfurt, no cuajó.
Partidos fáciles que se fueron de las manos, un ilderato de grupo en Champions muchísimo más sufrido de lo esperado (fue incapaz de ganar al Ajax en los dos partidos), un técnico que solo ahora empieza a cogerle el pulso al club más grande de Alemania y jugadores que no han estado a su mejor nivel diagnostican este Bayern errático.
Pero, poco a poco, la máquina empieza a engrasarse. Y, a diferencia de otras ediciones, quizá llegue a tope en el momento en que antes fallaba. Justo el efecto contrario que podría tener la ya Juve, ya con el 'Scudetto' en el bolsillo.
Dice la memoria histórica que nunca hay que fiarse de un equipo alemán. Menos aún del Bayern, al que hay que temer más cuando parece que no da miedo.