Como muchos otros de su generación, 'Chimy' Ávila se subió al carro del fútbol para olvidar la dureza del día a día. De los barrios problemáticos, del vicio y la delincuencia. Nacido en el conflictivo barrio de Rosario de Empalme Graneros, 'Chimy' Ávila creció regateando los malos hábitos hasta instalarse en la élite.
"Soy de un barrio humilde y vengo de una familia de mucho sacrificio. Tenía dos caminos: el oscuro que desvía a los chicos del camino correcto y los lleva a la delincuencia y a la droga; o esforzarme y trabajar para llegar a ser lo que soy", cuenta con toda la sinceridad el jugador del Huesca en 'Clarín'.
Todo ese esfuerzo tuvo recompensa. Llegó a España desde San Lorenzo el curso pasado y fue clave para el ascenso oscense a Primera. Consiguió siete goles y tres asistencias, ganándose una plaza en el estreno del equipo en la máxima categoría. Recientemente, el argentino conquistó San Mamés con un gol tremebundo.
En el Camp Nou, pese a la derrota, el 'Chimy' vivió varios momentos únicos. "Lo bueno es que pude tirar un caño a Vidal y llevarme la camiseta de Messi", recuerda con orgullo, aunque consciente de que su mayor triunfo ya llegó hace tiempo: "Es el mejor momento de mi carrera, pero el mejor partido fue el que le gané a la vida".
'Chimy' rememora a "muchos jugadores que quedan en el camino por la pobreza o por otros muchos factores", un poso que se asentó en su manera de entender la vida y que extrapola a su vida diaria: "A mis hijas les regalo una muñeca y saben que si se le cae un pelo, otra igual no van a tener porque a papá le cuesta".