De Múnich a Liverpool. El Atleti resistió como demandaba una noche como esta, firmando una actuación que recordó a la que vivió hace cuatro años frente al Bayern en semifinales. Entonces echó al conjunto de Guardiola y por el camino deja ahora al conjunto de Klopp, un Liverpool de Kloop que no sabía lo que era perder eliminatorias en Europa, que parecía inalcanzable esta temporada. No para el Atletico, que aguantó, reaccionó, remontó y venció. Una noche para la historia, para la leyenda de un Simeone al que se le quedan pequeñas las placas del Metropolitano. Póngale su nombre al Metropolitano.
En juego, ocasiones y sensaciones, el Liverpool superó al Atlético de Madrid. Pasa que esto del fútbol no tiene lógica, ni mandan siempre los números. No va de merecimientos este deporte. El Liverpool intentó hasta 63 centros, remató hasta 34 veces, 11 de ellas a puerta. Es el Atleti el que está en cuartos de final de la Champions League. Parece mentira, pero mentira no es.
¿Cómo explicar un partido que un equipo tuvo en su mano y se lo birló el otro en sus mismas narices, arrebatándoselo de las manos? En la ida, el Atlético completó un gran ejercicio defensivo y atacó con lógica razón. En Anfield pasó lo previsto: los de Simeone caminaron por un campo envuelto en llamas, el Atleti corrió por el templo 'red' como el Cabo Schofield en la multipremiada '1917'. Las balas silbando, el fuego en el suelo, el humo en el aire. Con los elementos en contra, los enemigos disparando, las trampas por el suelo y las paredes. Puede contarlo el Atleti, Simeone y sus chicos están de una pieza.
Se explica la victoria porque el Atlético tiene un portero de leyenda llamado Oblak, porque contó con la inestimable colaboración de Adrián San Miguel, porque apareció de forma todavía más imprevista Llorente, autor de un doblete en la prórroga, cuando la bola quema. Actores de una función que acabó con el Liverpool derrotado cuando había hecho todo lo humano y lo inhumano para pasar. El Atleti es la resistencia.
El Liverpool completó un soberano encuentro y, sin embargo, verá la Champions por la televisión. Con el indetectable Oxlade-Chamberlain, Alexander-Arnold cargando el área desde la derecha y Wijnaldum rematando y sirviendo, quitando y dando, el conjunto de Klopp encadenó al Atlético alrededor de Oblak, obligando al esloveno a sacar del armario su amplia gama de milagros. Y eso que el equipo madrileño disfrutó de una ocasión clara a los 13 segundos de partido, con Joao dejando solo a Costa y este mandándola fuera.
Pasado el susto inicial, el Liverpool activó una maquinaria que cuando se pone a funcionar es difícilmente controlable. Es una locomotora que arrasa con todo lo que se pone por delante. Solo Oblak parecía poder detener el huracán 'red'. Los laterales sudaban sobrepasados, los centrales achicaban como podían. Cuando había que parar, y hubo que parar mucho, Oblak se puso la capa. Físicamente el Liverpool es un equipo superior a cualquiera en Europa, y por inercia embotella a sus adversarios. Así jugó el Atlético, encapsulado, y no por iniciativa propia.
Si bien el equipo rojiblanco pudo capear el temporal durante la primera media hora, Oblak se vio obligado a sacar manos a Mané y Firmino en el 34' y 36. El empuje del Liverpool quebró el muro del Atleti, con Wijnaldum rematando de cabeza un centro perfecto y preciso de Ox al corazón del área.
No se detuvo el Liverpool en la segunda mitad, más bien echó más madera a la caldera. Solo se asomó el bloque 'colchonero' un tiro de Joao Félix que se le complicó a Adrián, rápido para evitar la llegada de Correa. Para entonces el partido era un infierno para el Atleti, empujado a sobrevivir a un bombardeo, especialmente desde la derecha. Robertson, en uno de esos intentos, se estrelló en el larguero. El martirio que el Liverpool propinó al Atleti se elevó en los últimos diez minutos, con hasta cinco ocasiones claras de los jugadores de Klopp, chilenas incluidas de Mané. Saúl hizo un gol de cabeza en el 93', pero en fuera de juego y no subió al marcador. No estaba Craig Thomson, respiró Klopp.
Se fue a la prórroga a la eliminatoria, y el Liverpool rompió la piñata con un tanto de Firmino, premio a la insistencia. Cabezazo, palo, gol. Ya estaba en el campo Llorente, que en el ida y vuelta se hizo grande. Con los 'reds' más tranquilos, Adrián pasó hacia donde no debió, Joao se la cedió a Llorente y este la clavó en la portería, con el portero descolocado. Un tanto que desarboló al Liverpool, noqueado incluso ganando. Se volcó el campeón y en una contra Llorente repitió operación al filo de la segunda mitad de la prórroga. Éxtasis rojiblanco. Rendido Adrián, gigante Llorente.
El Liverpool dimitió en los últimos 15 minutos. Dos goles le metían, pero ya no respondía la cabeza, no lo hacían las piernas, el Atleti empezó a vivir mejor. Y Morata, roto, lesionado, marcó en la última jugada del partido, desatando el orgasmo que suponía ganar al Liverpool campeón, a un bloque aparentemente indestructible. Señaló a la grada, una grada que hicieron hizo suya. No es 'This is Anfield', fue 'This is Atlético'.