Tiquinho Soares empezó a poner las cosas cuesta abajo para los portugueses nada más empezar. Sólo se habían disputado siete minutos cuando el brasileño batía a Von Ballmoos para poner el 1-0.
Do Dragao comenzaba a reconciliarse con el Viejo Continente. Aún con el sabor amargo del varapalo de Champions, los malos recuerdos sobrevolaron el estadio cuando el árbitro señaló penalti para el Young Boys.
Nsame fue el encargado de lanzar la pena máxima. Marchesín logró adivinar el costado elegido por su rival, pero este superó su estirada y puso el 1-1 en el marcador.
Los fantasmas ya asomaban para un equipo que, sin embargo, los ahuyentó de nuevo a ritmo de Tiquinho. Este sólo tuvo que empujar un pase de la muerte de Corona para volver a poner a los suyos por delante.
Pudo haber logrado algún tanto más el cuadro luso antes del descanso, pero el meta rival anduvo inspirado.
El segundo tiempo hizo que el conjunto suizo adelantara líneas. El Young Boys comenzó a meter en su campo a un Oporto que se conformaba con los contragolpes que surgían tras recuperar la bola.
Marchesín, con la rodilla, salvó el empate a 15 minutos del final. El partido murió entre balones al área sin éxito de los visitantes y rápidos ataques que no terminaba de definir el equipo 'dragón'.
Al final, hubo reconciliación del Oporto con la competición europea, aunque este año tenga que conformarse con su hermana pequeña.