Pese a que el Kashima salió valiente al campo, pronto quedó claro que este partido sería, o debería ser, un trámite para el Real Madrid. Los de Solari, incluso al ralentí, demostraron ser mucho más equipo que su homólogo japonés.
Los primeros cinco minutos fueron de los nipones, pero hasta ahí llegó su dominio. Empezaron el partido presionando mucho, e incluso forzando un par de saques de esquina. Más de un madridista arqueó la ceja. "¿Otro partido que toca remontar por salir dormidos?", preguntaron los incrédulos.
Tardó diez minutos el Real Madrid en tener su primera gran ocasión de gol. Fue Benzema, tan activo y solidario como poco acertado, quien buscó el tanto 'merengue', pero el portero, el surcoreano Sun-Tae, no concedió opción a sus rivales.
Pronto quedó claro cómo iba a jugar este partido el Madrid: por la banda de Marcelo y Bale. Brasileño y galés causaron estragos por el carril zurdo, y el Kashima, ni redoblando esfuerzos, fue capaz de parar la sangría.
Parecía cuestión de tiempo que el gol llegase, pero no lo hizo. Bale se pasó de generoso en más de una ocasión y los acercamientos de peligro no daban sus frutos.
El Kashima parecía por momentos capaz de reaccionar y sobreponerse al dominio blanco, pero tampoco encontraban los japoneses la forma de penetrar en las líneas madridistas.
Y cuando parecía que el partido se iría al descanso con empate a cero, apareció Bale una vez más. Y en esta ocasión, en vez de buscar el pase atrás para Benzema, la cruzó ante Sun-Tae, anotando el primer gol de la tarde.
Con este resultado, tan corto como inesperado (sobre el papel, la ventaja debería haber sido más amplia, sobre el terreno de juego lo justo hubiera sido el empate a cero), los 22 protagonistas se fueron al descanso.
Todo cambió tras la reanudación. El Kashima empezó el segundo tiempo siguiendo el mismo guión, con la presión alta, quizá un poco más alta, pero sin volverse loco en busca del gol del emapte.
Hubo un jugador que decidió improvisar. Shuto Yamamoto estaba pasado de vueltas. En apenas cinco minutos hizo más faltas que en todo el primer tiempo y vio la tarjeta amarilla en el 52'. Fuera del partido, regaló medio gol a Bale un minuto más tarde.
Lo hizo con un criminal pase atrás, ni para su portero ni para su central. Corrieron ambos a por él, pero los surcoreanos Jung y Sun-Tae no se entendieron, y el primero despejó sin ganas el balón hacia su banda izquierda.
Bale, que fue a presionar, se encontró con el regalo. A puerta vacía, anotó el segundo. Y el Kashima cortocircuitó. En la siguiente jugada, Bale volvía a marcar.
Aprendió el Kashima que si le das facilidades al Madrid, te destroza. Con el 0-3 el Madrid levantó un poco el pie, lo que permitió que su rival, cambios mediante, entrase de nuevo en el partido.
Empezó a crecer el Kashima de nuevo, ante un Madrid con la cabeza en la final del sábado, y Solari empezó a mover piezas. Sentó a Bale y metió a Asensio, para luego quitar a un intrascendente Lucas (hasta la desaparición de Bale del partido) y dar minutos a Isco.
Y entonces se lesionó el mallorquín. Reapareció Casemiro y evidenció su falta de ritmo en el gol del honor del Kashima. Un gol con suspense y VAR mediante, que finalmente fue validado para maquillar en cierta medida el resultado.
No había tiempo para mucho más. El Kashima apretó en los últimos 10 minutos al Madrid, pero ni en el añadido, con el rival 'de vacaciones' sobre el césped, fueron capaces de apretar un poco más el marcador.
El Real Madrid se medirá el próximo sábado al Al Ain, equipo anfitrión. El último escollo hacia la tercera corona consecutiva 'merengue'.