¿Qué es esa torre en mitad del estadio del Bologna? Su equipo de fútbol no es uno de los punteros de la Serie A, así que puede que el lector aún no se haya fijado en ella. Debería. La Torre di Maratona lleva ahí desde antes del 27 de octubre de 1929, cuando fue inaugurada dos años después de que su hogar, el Stadio Renato Dall'Ara, abriera sus puertas. Es la verdadera presidente del club: preside los partidos locales y, de poder hablar, contaría miles de relatos interesantes.
A sus pies, ha habido desde fusilamientos a estatuas retiradas, reubicadas, fundidas o destruidas. Ugo Bassi, un sacerdote revolucionario de la época de la Unificación Italiana, fue llevado allí mucho antes de que comenzaran los trabajos de construcción por las fuerzas austriacas, las que dominaban la nación, por su trabajo para liberar al pueblo. Le mataron a tiros sin juicio al día siguiente de ser apresado. Los ciudadanos quisieron rendirle tributo, pero los soldados escondieron su cuerpo en el cementerio de Certosa.
Era comprensible que a los militares de la época les pareciera molesto. Había estado batallando por la República de San Marcos, la de Roma y la de San Marino. Por aquel entonces, eran muchas las identidades que estaban cultivándose y él las apoyó. Se le debe, como a otros héroes, que ayudara a montar ese carácter que, hoy en día, define a la bota. Es cuna y sede de rivalidades, cultura y gastronomía imposibles de encontrar en otros lugares del mundo.
La Torre di Maratona no vio a este cura fallecer por sus ideales, pero sus adoquines se lo han susurrado. Sí que atestiguó el surgimiento, el triunfo y la caída del fascismo. En 1929, en paralelo a su inauguración oficial, se instaló una estatua ecuestre de Benito Mussolini a sus faldas que permaneció allí hasta 1943. El armatoste se creó a base del metal fundido de cañones arrebatados a los austriacos y acabó reciclándose a su retirada para forjar el Monumento al Partisano y la Partisana. De lanzadera de metralla a lanzadera de paz. Qué cosas.
Este tipo de historias son las que subyacen al orgullo del Stadio Renato Dall'Ara, que, en la primera de las muchas capas que podrían explorarse sobre su orgullosa torre, se queda con que es un homenaje a los deportistas, a la entereza de los atletas. Mide 42 metros y está adentellada de focos para iluminar el terreno de juego cuando los de Thiago Motta saltan al campo. También ayuda a la prensa. Aprovecha su altura para alzar una antena de radio que, en los días de fiesta nacional, sirve para izar la bandera.
Esta temporada, por delante de su gran bocana principal, desfilan aficionados que desprenden una energía especial. El Bologna comenzó el curso colándose entre los mejores del 'Calcio', aspirando incluso a posiciones de Champions League. Ahora, se ve víctima de una venida a menos que espera encontrar un respiro en la visita del Sassuolo, que ronda el descenso y debería ser el rival ideal para volver a la senda del triunfo.
Si el equipo no responde y da continuidad a su mala dinámica, puede que el grueso de hinchas deje de estar tan acaudelado en los partidos en casa, pero la Torre di Maratona seguirá ahí, igual que estuvo en fusilamientos, revoluciones, asesinatos, cantos a la libertad, bullicios, alzamientos de regímenes totalitarios, hundimientos de los mismos y en el nacimiento de ese campanilismo italiano que tan bien especia la Serie A. Además, si esta primera mitad de campaña ha servido para que el público se fije un poco más en ella, habrá sido suficiente para su pundonor haber podido susurrar a algunos oídos más sus relatos.
January 25, 2024