Llegó el final del año, de este 2020 atípico, raro y feo. Muy feo. Pero LaLiga continuaba y en El Sadar se cerró la jornada decimosexta de Primera División. En juego, mucho para Osasuna y la estabilidad para el Alavés. Al final, reparto del botín.
Y eso que al Alavés se le puso todo de cara desde el principio. Rubén Martínez repitió titularidad y, a los once minutos, fue expulsado tras derribar a Deyverson en la frontal del área. El VAR lo revisó, no hubo fuera de juego y Osasuna, con uno menos.
Justo unos instantes previos, Budimir se encontró con el palo en una acción que, de acabar en gol, podría haber subido al marcador, pese a que el colegiado señaló fuera por la línea de fondo, que era bastante justo. El mazazo de la inferioridad numérica fue duro, pero pronto se repuso Osasuna.
Budimir se fue sustituido y Osasuna quedó cojo en ataque. El Alavés se adueñó de la posesión, pero sin ideas en ataque. Los de Machín, sin Lucas Pérez de nuevo en el once titular, apenas lograron romper la muralla defensiva de Arrasate, al margen de algún que otro error forzado con la presión vitoriana.
Pronto, viendo la impotencia del Alavés con el balón, Osasuna se empezó a creer que la victoria podría llegar si daba un paso adelante. Debía hacerlo, ya que empezó la jornada empatado con el colista, la SD Huesca, y en plena mala dinámica de resultados.
De hecho, la mejor oportunidad del primer tiempo fue para Osasuna. Rubén García, a balón parado, estrelló el balón en la madera al filo del descanso y metió el miedo en el cuerpo a Pablo Machín, que dio entrada a Lucas Pérez en el descanso.
La igualdad reinó en todo momento. El Alavés nunca dio sensación de poder ganar, que era el objetivo, y más teniendo en cuenta que Osasuna jugó casi todo el partido con uno menos. Roberto Torres, en cambio, sorprendió en el 67' tras una buena dejada de Enric Gallego. Pacheco pudo hacer más en ese disparo, pero el 1-0 se instaló en El Sadar.
Pero las campanadas sobrevolaron por Pamplona y, a los siete minutos, apareció el empate del Alavés de la nada. Oier no logró controlar y derribó a ras de suelo a Joselu justo en la línea frontal del área. El VAR ayudó a dilucidar esa acción. Amarilla y penalti que aprovechó Lucas Pérez para hacer el 1-1.
Osasuna no supo aguantar un marcador favorable que le hubiera dado vida y el Alavés no dio lo que debía para batir a un rival directo con un jugador menos. El resultado, un empate valioso y agridulce a partes iguales en plena escalada del descenso y a escasas horas de las uvas.