Tres sueños por el Mundial que se comió la guerra

El enfrentamiento bélico apenas duró dos meses y dejó 649 víctimas argentinas. Las tropas argentinas presentaron su rendición en el archipiélago el 14 de junio, cuando el Mundial ya había dado comienzo... pero desde un segundo plano para los que estaban en la guerra.

Luis Escobedo era jugador de Los Andes, un equipo de Buenos Aires. Su sueño era llegar al fútbol de élite, pero con 19 años se topó con la guerra y el fútbol pasó a ser casi insignificante en su mente, según recuerda en un reportaje de 'Goal'.

"¿Estos hijos de pu** viajaron? Y nosotros acá, cagándonos a tiros y de hambre", comentó cuando la Selección Argentina puso dirección a España. Su padre le mandaba recortes de periódicos y él solo pensaba en que si alguna herida en una pierna le dejaría sin poder jugar al fútbol, prefería no regresar vivo a Argentina.

En plena guerra, cuando ya dejó de pensar en fútbol y solo pasaba por su cabeza la idea de salvarse, se enteró mediante enemigos ingleses que Argentina había ganado 4-1 ante Hungría.

Pero solo los pensamientos de Luis Escobedo se habían reducido exclusivamente a la guerra, también los de su compañero Juan Colombo: "El problema era mental: la incertidumbre, la angustia, todo... querías que empezara todo ya y si te tocaba salvarte, poder hacerlo".

Colombo era un delantero rápido y goleador y tenía el respaldo de Bilardo en Estudiantes de la Plata. Todo un futuro increíble por delante que recuerda el infierno de las Malvinas: "El peor bombardeo fue a la misma hora de un partido de Argentina. Había que cubrirse como se podía... nos cayeron morteros y pudimos escapar".

La propia AFA requirió a este superviviente para las categorías inferiores de la Selección Argentina. Colombo llegó incluso a Primera División, pero los resquicios de la guerra acabaron por debilitar su rodilla, empujándole a la retirada con solo 26 años.

Edgardo Esteban, el tercer protagonista de esta historia, comentó que fue víctima de un bombardeo mientras escuchaba un partido de la Selección. Para él, el fútbol se convirtió en la vía de escape que le quedaba en el infierno.

"Todos tenemos algo que hace que puedas estar en un velatorio o internado en un hospital y estar pendiente del partido de fútbol. Mi cuota de locura fue despertarme por escuchar el partido de Argentina. Lo hice y acabó agarrándome una onda expansiva producto de la explosión de una bomba", revivió.