En Turquía no quieren ni oír hablar de la posibilidad de que la final de la Champions se juegue en otro lugar que no sea Estambul. El problema es que jugadores, técnicos e incluso los aficionados que se desplacen desde Reino Unido tendrán que guardar cuarentena obligatoria a la vuelta, un incordio fácilmente evitable con el cambio de sede.
Los rivales son ingleses, la pandemia sigue ahí. ¿Por qué no jugar la final en Wembley? Así lo han solicitado Chelsea y City a la UEFA. Sería más fácil para todos, pero, como es lógico, en Turquía es una posibilidad que no gusta nada.
Estambul ya se prepara para acoger por segunda vez, tras la de 2005, la gran final del fútbol europeo, después de quedarse sin ella a causa de la pandemia un año atrás. De hecho, las delegaciones de ambos clubes, y de la UEFA, ya trabajan sobre el terreno con la Federación para planificar al detalle la cita.
Por eso ha sentado tan mal que desde Inglaterra se presione para mover la final a Wembley. "Hay oportunismo en Inglaterra debido a que los dos equipos británicos llegaron a la final. Podemos llamarlo alboroto populista en Inglaterra", declaró Servet Yardimci, vicepresidente de la Federación Turca y miembro de la Junta Directiva de la UEFA, al diario 'AS'.
"No hay ninguna situación que deba tomarse en serio de ninguna manera. Esto esta fuera de cualquier duda. Está fuera de discusión que Estambul sea sacrificada tres semanas antes de la final. La declaración de la UEFA se hará de todos modos", añadió.
Insistió en que es imposible que la final se mueva de sede. "La UEFA ya ha informado de que la final está fuera de discusión. También se darán a conocer las condiciones en las que se jugará. Llevamos trabajando un año y medio en todos los aspectos logísticos y deportivos, y se cumplen todas las condiciones", dijo.
"Las capacidades organizativas de nuestro país ya son evidentes. Esta final es la final más importante del mundo y tiene muchos detalles. Tiene que ser perfecta. Ojalá que sea una final inolvidable como la final de 2005", apuntó también.
Pero es innegable que, en la situación en la que estamos, y con los problemas que ha habido con los desplazamientos en las rondas eliminatorias (tanto Chelsea como City tuvieron que jugar en estadios que no les correspondían), lo más cómodo, y también por puro y duro sentido común, sería que la final se jugarse en Wembley, y ya se llevaría a Estambul la prometida cita, cuando la situación sea más propicia.
Porque, además, como informa 'The Times', Turquía es uno de los países en la 'lista roja' del gobierno británico a la hora de viajar a él. Eso quiere decir que los viajes a Turquía se desaconsejan salvo circunstancias excepcionales y todo el que lo haga estará obligado a guardar una cuarentena de diez días a su retorno a las islas británicas.
Según 'EFE', la FA habría ido un paso más allá, y estaría mediando con la UEFA para que la final se juegue en Londres. Las restricciones actuales obligan a cualquiera que regrese de un país de la lista roja, incluidos los deportistas de élite, a estar en cuarentena durante diez días en un hotel y con un coste de 1.750 libras.
Es decir, que jugadores, cuerpo técnico y directivo de ambos clubes, así como los 12.000 aficionados que podrán asistir al estadio por parte de estos (la UEFA se reserva para sí un buen puñado de entradas) tendrán que hacer cuarentena a la vuelta. Un incordio para todos, e incluso un problema para las autoridades.