No es fácil explicar qué le ha ocurrido al Liverpool en Villa Park. Ha sido una calimidad de partido el disputado por los pupilos de Klopp, superados en todas las facetas del juego por un Aston Villa fresco y con chispa, muy valiente.
No alineó Klopp un once atípico. Introdujo las novedades que las circunstancias le exigieron. Adrián jugó por el lesionado Alisson y Diogo Jota, por Mané, quien dio positivo en COVID-19.
No se puede achacar a estos dos cambios el desastre. De hecho, Diogo Jota fue de lo poco salvable de los 'reds' arriba, y Adrián, pese al regalo del primer gol, nada pudo hacer en otros tres, y evitó al menos dos más.
Ambos conjuntos hincaron la rodilla a tierra tras el pitido inicial, en homenaje al 'Black Lives Matter', pero quien la hincó tras los 90 minutos reglamentarios fue el Liverpool.
Desde el primer minuto el Aston Villa amenazó al Liverpool. Tuvo dos acercamientos de peligro y agobió a los 'reds' con su elevada presión, un arma de doble filo que en esta ocasión hirió a quien debía.
Porque así hicieron los 'villanos' dudar a Adrián, quien quiso sacar jugado un balón muy comprometido, y en lugar de dárselo a Joe Gomez, se lo regaló a Jack Grealish, quien firmó un partido para que por la mañana le fiche alguien de los grandes, porque cuesta creer que siga aún en el club de Birmingham.
La jugada se resolvió como debía. Pase de la muerte a Ollie Watkins y primer gol de este casi debutante en la Premier. Casi, porque este era solo su tercer partido en la élite del fútbol inglés. Otro que, de no haber fichado esta temporada por el Aston Villa, igual vuela cuando se haga de día.
El gol dejó muy tocado al Liverpool. Los fantasmas de la eliminación de la Champions ante el Atleti, donde el gran señalado fue Adrián, sobrevolaron al equipo de Merseyside.
No reaccionó. Grealish estaba decidido a hacer daño, y aunque los 'reds' intentaron igualar pronto la contienda, el peligro lo ponían los 'villanos'. Porque cada acercamiento del Aston Villa hacía estremecerse a la zaga rival.
Aún así, Emi Martínez evitó más de un disgusto a los suyos, aunque en el 19' cometió un error a la altura del de Adrián en el 1-0, las dudas de Salah y Firmino evitaron males mayores.
Poco después sus compañeros duplicaron la ventaja. Ollie Watkins, asistido por Jack Grealish, cabalgó al pase al hueco, dejó por los suelos a Joe Gomez y batió a Adrián con un tiro bien colocado donde el español no llegaba.
La respuesta del Liverpool la dio Diogo Jota, el único que en este encuentro parecía tener un mínimo de inspiración arriba, y en el 33' encontró a Keïta en el corazón del área, quien peleó un balón que salió rebotado hacia Salah, y el egipcio no perdonó.
Recortó distancias el Liverpool, pero fue un espejismo. Porque pronto el Aston Villa ya volvió a merodear las inmediaciones del área de un Adrián que un minuto más tarde hallaba la redención, evitando el tercero.
Pero nada pudo hacer cuando este llegó. Porque este partido tuvo además un componente de mala suerte que eso sí que es difícil de explicar. Tres de los siete goles fueron de rebote.
El primero de los 'churros' lo marcó McGinn, al empalmar desde la frontal el córner fruto de la parada anterior de Adrián, repelido por la zaga 'red', en el 33'. Su tiro pegó en Van Dijk, se desvió, despistó a Adrián y se coló en la portería visitante.
En el 39', otro gol, este sin mácula. En la tónica de los que no sería de rebote a partir de ahora, un balón a la espalda de una defensa 'red' completamente desbordada. Trezeguet llegó al balón y lo cambió para el remate de cabeza en el segundo palo de Watkins, quien celebró con algo de suspense por el VAR su 'hat trick'.
El Liverpool intentó de nuevo reducir distancias antes del descanso, pero Emi Martínez fue un muro. Con un impactante 4-1 se fue al intermedio el partido, y a la vuelta continuó la tragedia 'red'.
Klopp empezó a hacer cambios. Se la jugó. Barrió su centro del campo, sentando a Keïta, por Minamino, primero, y retrasando a Fabinho al centro de la defensa después, cuando dio entrada a Curtis Jones en lugar de Joe Gomez.
Pero eso tampoco funcionó, porque entre ambos cambios, los 'villanos' hicieron otro gol. Se estrenó, tras dos intentos infructuosos, Ross Barkley como goleador, en el 55', con un tiro que pegó en Alexander-Arnold y se desvió lo justo para que Adrián no llegase a pararlo.
En el 60', justo antes del meter toda la carne en el asador, Salah volvió a marcar, aprovechando Firmino el desconcierto de la zaga rival. Ni su oportunismo salvó en esta ocasión a los 'reds'.
Sin centro del campo, el partido se volcó del lado del Aston Villa. Seis minutos tardó en volver a ver puerta el equipo de Dean Smith. Fue el tercero que encajó Adrián de rebote, en esta ocasión a tiro de Grealish que Fabinho desvió al otro palo al que iba el chut.
Eso obligó a Klopp a reflexionar, y decidió meter a Milner, en lugar de Firmino, esperando frenar la hemorragia con más mordiente en el centro del campo. Sorpresa, tampoco funcionó.
Porque nada le funcionó al Liverpool en Villa Park. Adrián evitó el séptimo una vez, cuando Watkins se plantó solo ante él, pero no dos, cuando Grealish le ganó la partida, en el enésimo balón a la espalda de la defensa que pillaba a Van Dijk y Fabinho fuera de sitio.
Hubo opciones de que fueran más, de que encajase el octavo gol el Liverpool, pero este no llegó. Ya se había batido un récord, nada positivo, con ese marcador, pues era la primera vez en la historia del Liverpool en la Premier que alguien le marcaba siete tantos.
Por suerte, los 'reds' tendrán una semana larga para reflexionar sobre lo sucedido. Por suerte, no hubo nadie presente en Villa Park para ver este bochorno. Por desgracia, no pudieron celebrar los 'villanos' como se merece semejante hazaña. Elijan su propia valoración del partido.