No hay campeón oficial, pero sí oficioso. El Barcelona dio un paso de gigante hacia su vigesimosexta Liga al imponerse al gran aspirante, un Atlético que estaba lejos hace una semana y que cobró especial ilusión con el tropiezo de los azulgranas en La Cerámica entre semana.
Los rojiblancos fueron un dignísimo rival, que incluso coqueteó con una sorpresa que hubiera sido histórica después de la expulsión de Diego Costa, pero, como durante toda la Liga, les faltó un punto para plantar cara al supercampeón de los últimos años en España.
El choque comenzó igualado como todos los duelos que han librado Barcelona y Atlético en los últimos tiempos. Lejos quedan aquellas goleadas históricas que inmortalizaron el enfrentamiento entre 'culés' y 'colchoneros', ahora sus duelos suelen ser tácticos y de muy pocas ocasiones. Como le gusta al Cholo. Y a Valverde.
Costa incendia el choque
Todo parecía ir según el guion imaginado por el argentino hasta el enésimo cortocircuito de Diego Costa. Al brasileño no le señalaron una falta en suelo azulgrana y se levantó como un resorte hacia Gil Manzano. Lo que salió de su boca no quedó del todo claro para el gran público, pero sí para el colegiado, que no dudó en mostrarle la roja directa.
Hasta entonces, apenas un remate al palo de Jordi Alba y un gran chut de Coutinho como jugadas de peligro, con el Atlético contemporizando bien e incluso pisando área azulgrana con frecuencia. Pero todo cambió con la expulsión.
Simeone dejó ver la importancia del choque y no echó al equipo atrás, sino que metió a Correa por Arias, retrasando a Thomas hasta el lateral derecho. Eso sí, el Atlético se dedicó a defender en el resto de la primera parte, con vistas a llegar al final del partido con alguna opción.
Mientras Messi iba entrando en calor y los minutos pasaban, con Oblak cada vez haciéndose más grande, el Cholo siguió arriesgando. Esta vez le tocó a Filipe salir para dejar su sitio a Morata, con Saúl ayudando en la banda izquierda desde entonces.
No es que los 'colchoneros' salieran muchas veces al contragolpe, ni mucho menos que lo hicieran con peligro, pero sí empezaron a llevar el miedo a la grada del Camp Nou en cada acción a balón parado.
Griezmann puso el punto de mira en la portería y encontró a un seguro Ter Stegen, pero la más clara llegó después, cuando el galo intentó buscar a Giménez y entre el uruguayo y Rodrigo se estorbaron y acabaron mandando al limbo un remate bastante claro.
Otra vez Suárez y Messi
Con el Atlético con la lengua fuera, pero vivo, el partido llegó a sus últimos instantes. Y allí, cuatro días después, Suárez y Messi intercambiaron los papeles y volvieron a ser claves para el Barcelona.
El uruguayo, desaparecido en el resto del partido, se sacó de la manga un golpeo exquisito desde la frontal que se coló por debajo de la manopla de un hasta entonces infranqueable Oblak. El tanto fue celebrado por el uruguayo y por el Barça como una Liga y Messi sólo se encargó de sentenciarlo todo tras el saque de centro, esta vez sí engañando al meta, su némesis durante todo el choque.
Sin un juego brillante, pero con mucha seguridad y confianza, el Barça echó el lazo a un título de Liga que podría llegar en las próximas semanas, pudiendo centrarse esta vez de manera definitiva en la Champions para que no se repita lo de Roma.
El Manchester United, con un Solskjaer que tomó notas en el Camp Nou, ya espera con las garras afiladas y descansado en Old Trafford. Una competición en la que no podrá estar el Atlético, digno rival tanto en Europa como en España, pero al que le faltó un año más un poquito más.