Se está acostumbrando a sufrir el Sporting, que acumula una racha impresionante en las últimas semanas. Seis victorias en las últimas siete jornadas, cuatro de ellas produciéndose sin encajar y con tan solo un tanto de ventaja.
Era la noche para vencer, pues el ascenso no perdona los tropiezos a estas alturas del curso. El Molinón se dio cuenta de ello y se vistió con sus mejores galas para recibir a un Granada espoleado por su triunfo ante el Málaga.
Los de Diego Martínez se jugaban mucho: seguir la estela de Osasuna y mantener a raya al Albacete, que juega en el Carlos Belmonte y puede meterse de lleno en el ascenso directo.
Sin embargo, empezaron dormidos. Tardaron en saber que este partido se disputaba desde el minuto 1, algo que se encargó de demostrar Djurdjevic, que, aprovechando el espacio y un cabezazo de Alegría, fusiló a Rui Silva.
Mejoró bastante el equipo nazarí, culpa de ello también del Sporting, que cedió la posesión de la pelota y demasiado terreno. El Molinón se lo hizo saber en alguna ocasión a los suyos con unas sonoras pitadas.
Un portero con galones
Mariño se volvió a erigir en uno de los héroes del Sporting, salvando un potente disparo de Ojeda. A Puertas también le paró un par de ocasiones, mientras que el ex del Almería perdonó con un testarazo completamente libre de marca que se estrelló en el travesaño.
Se desesperó el Granada y, con ello, se fueron los protagonistas al descanso. Tras la reanudación, el Sporting hizo amagos de ir a por el encuentro, pero el conjunto granadinista fue encerrándole de nuevo poco a poco.
Djurdjevic perdonó lo imperdonable y el Granada se lo empezó a creer. No obstante, el entramado defensivo montado por José Alberto va a dar que hablar, pues se está convirtiendo en uno de los equipos más sólidos de la categoría.
El Sporting perdonó a la contra y el Granada atacó con más corazón que cabeza. Babin y Mariño se encargaron de cerrar el triunfo, tres puntos que permiten soñar a Gijón. El Granada, por su parte, deberá buscar consuelo en el Anxo Carro.