Oportunidad de oro para el Liverpool tras el pinchazo del Leicester en Stamford Bridge, que dejó la pelea por entrar en la Champions League al rojo vivo para la última jornada. Los 'reds', muy contundentes, sumaron los tres puntos ante un débil Burnley.
El cuadro visitante era sabedor de la vital importancia del duelo, así que los primeros compases del choque fueron de total hegemonía para los pupilos de Klopp. Con una presión muy agobiante, Mané estuvo a punto de hacer el primero en el 3' tras un centro al segundo palo de Alexander-Arnold. El senegalés se lanzó con todo, pero su disparo salió muy cruzado.
No hubo concesión alguna por parte del Liverpool, que fue una auténtica apisonadora con Thiago muy activo en la medular. Pero, poco a poco, los de Sean Dyche despertaron de su letargo y comenzaron a amenazar la portería de Alisson.
Después de una innumerable sucesión de ocasiones desperdiciadas por los visitantes, Firmino, al fin, abrió la lata a dos minutos para la finalización de la primera mitad. Robertson puso un balón en bandeja al brasileño, que, desde el punto de penalti, lo embocó al fondo de la red.
Los segundos 45 minutos fueron más igualados, aunque ello no significó que el Liverpool bajara la guardia. En torno al minuto 52, Phillips se estrenó como goleador 'red' al recibir un centro medido a su cabeza de Mané y poner el esférico imposible para Norris.
El encuentro se puso muy de cara con los dos tantos para los de Jürgen Klopp, pero los 'clarets' no cesaron en su intento de perforar la red del rival. Un inmenso Chris Wood fue la figura más destacada del equipo del Turf Moor.
Cuando el encuentro ya agonizaba, Oxlade-Chamberlain puso la guinda al pastel europeo del Liverpool en el 82'. Recortó en el interior del área al recibir el pase de Robertson y terminó la jugada con un tremendo latigazo con su pierna izquierda.