El equipo de la Ciudad Condal está viviendo un verano algo extraño en la temática de fichajes y todo comenzó en el mismo momento en el que Griezmann decidió quedarse en el Atlético de Madrid.
El francés era el plan 'A', 'B' y 'C' del Barcelona, que venía trabajando en la contratación del '7' de Francia desde el año pasado. Su elección final supuso todo un mazazo para el equipo azulgrana.
Y es que tras la marcha de Neymar hace un año y el adiós de un mito como Iniesta hace un par de meses, la afición anda necesitada de un nombre que les reactive en el plano emocional.
Lenglet y Arthur, en el apartado mediático, no parecen dos futbolistas capaces de llenar el el hueco del manchego y del astro brasileño, que dejó 222 millones en las arcas pero un vacío enorme en otros apartados.
Hasta el momento, hablando de Neymar, ni Coutinho ni Dembélé han sido capaces de hacer olvidar el rendimiento del hoy jugador del PSG. Es cierto que Coutinho apunta a ser un jugador muy importante en el club, pero en el caso del francés, debido a lesiones y falta de confianza, aún no ha podido demostrar que pueda ser el relevo natural por posición del brasileño (ambos hombres de banda).
Al rendimiento se le añade además el precio de sus traspasos, ya que ambos jugadores supusieron un desembolso económico gigantesco para un club en el que, tras la renovación de Messi, mantener a la plantilla (costes salariales) supone un 85% del presupuesto del club, muy por encima de los márgenes reconmedables.
Por si fuera poco, el Barcelona tampoco encuentra salida a varios jugadores que podrían aliviar esta situación (André Gomes, Aleix Vidal, Rafinha, Yerry Mina...). Todo empezó mal este verano con la decisión de Griezmann. Toca esperar para ver el desenlace.