Hace una década, Lucas Vázquez soñaba con estar dónde hoy se encuentra. Daba pasos, cortos pero de gigante, en una cantera del Madrid de la que no quiso moverse hasta que le llegó la opción de hacer la mili en el Espanyol. Ahora, el extremo es oficialmente mundialista y puede sumar su tercera Champions en tres años.
Lo puede hacer, de hecho, partiendo desde el once inicial. Dos dudas tiene Zidane, dos plazas a ocupar a la que aspiran hasta cinco jugadores. Uno de ellos es Lucas, clave en varias de las eliminatorias de este año.
Al gallego no le pesó tener que ocupar el lateral derecho ante el Bayern o desmontar junto a Asensio al PSG en la ida y en la vuelta. Está para lo que se le pide, llegando a ocupar además todas las portadas tras el histórico penalti de Benatia en el Bernabéu.
Lucas vive un sueño, nunca alza la voz, nunca se queja. Siempre tiene buenas palabras para Zidane, el hombre que tiene la última palabra con respecto a la titularidad. La misma persona que, un año atrás, le dejó vestido de traje en la grada del Millennium Stadium de Cardiff.
No se calzó las botas en la 'Duodécima', pero fue parte vital en la 'Undécima'. En la ronda de penaltis, cuando a todo el mundo le temblaban las piernas, Lucas tomó el balón para lanzar el primero. Lo hizo con tranquilidad, engañando a Oblak, en un gesto que habla de la personalidad de un futbolista que no para de crecer.