El Real Madrid levantó la Supercopa, en gran parte, porque tiene un plan. Y este es acorde a sus características y, además, los jugadores saben interpretarlo a la perfección. El fútbol es caprichoso y pocas veces entiende de lógica o de escenarios esperados, pero siempre es mejor llegar a la guerra con las ideas claras.
No se descubre ningún secreto al decir que este equipo no hace un fútbol que sea envidiado en todo el mundo. Es posible que tampoco marque una época ni cree un estilo del que hablen dentro de 50 años como "el Madrid de 2021 o 2022". E incluso los puristas del 'buen juego' lo pueden llegar a criticar por falta de preciosidad, de asociaciones infinitas o algún otro requisito. Pero la verdad es que funciona. A Ancelotti le funciona, de momento, a las mil maravillas.
El Athletic, que doblegó al Atlético con sus armas, no encontró la forma para desarmar a los blancos. Pudo hacerlo en un contragolpe en el que pidieron penalti de Alaba, pero el austriaco, al que le dio el remate de Williams en la mano, estaba apoyándose en el césped, lo que le libró de la pena máxima.
Marcelino intentó hacer lo que cualquiera haría ante este Madrid. Los blancos viven mejor en el espacio, en las transicciones rápidas y, en definitiva, en el contragolpe. El entrenador quiso evitar este escenario y, de hecho, lo logró durante el primer tiempo.
El gol de Modric en el 38' tiró por tierra la idea vasca de hacer una roca de una segunda parte que, en el guion, se desarrollaría entre el presumible dominio blanco y el reloj. Quizás habría sido ahí donde el Athletic hubiese vivido mejor, con orden atrás para sacar provecho de la ansiedad 'in crescendo' de su rival. Pero no sirve de nada hablar de casos que no se dieron.
El croata, que fue designado 'MVP', finalizó a la perfección una gran acción colectiva. Comenzó con Kroos sacando la bola desde casi su área y siguió con Casemiro y su buen criterio para mantener la tensión y continuidad de la jugada. Le llegó la bola a Rodrygo en la derecha para que encarase y, justo a tiempo, cediese la bola a su izquierda. Allí esperaba un Modric que, de primeras, le dio un beso con el interior al balón para mandarlo cerca de la escuadra.
Fue la recompensa para un equipo que dominó a su rival de forma más que palpable. Es curioso que encontrase el premio en una acción que suele ser sello de un estilo casi opuesto al 'merengue', si bien sí que llevó pinceladas blancas un ataque que, sin ser contragolpe, se alejó lo suficiente del 'tiki-taka' que nunca gustó demasiado en el Bernabéu.
No hubo muchas más ocasiones en el primer tiempo. La falta de metros para correr dejó al margen a Vinicius. Desaparecido, el brasileño no pudo encontrar a Benzema, también alejado de su mejor versión, ni cabalgar por la izquierda como le gusta. Eso sí que supo desactivarlo un Marcelino que solo sufrió antes del gol en dos remates casi seguidos de Casemiro a los que respondió bien Unai Simón y en un dulce disparo de Benzema que los dedos del portero alejaron del palo largo.
De hecho, pudo empatar el Athletic antes del descanso. Sancet, en una de las pocas llegadas de su equipo al área, se fue de dos rivales y disparó alto. Su rosquita se quedó cerca de la escuadra, pero el 0-1 se mantuvo en el intermedio.
El plan se culminó, el partido se acabó
El plan que comentábamos antes podría haberse ido al traste de varias maneras: un gol del Athletic, una pájara que le metiese el miedo al Madrid, una expulsión... Pero se produjo justo lo contrario. Benzema marcaría el 0-2 para culminar el plan y dejar casi sentenciado el título con toda la segunda parte aún por delante.
El propio delantero francés provocó el penalti que luego marcaría. Un tiro suyo dio en el codo de Yeray y, tras revisar el VAR, Soto Grado señaló el punto fatídico. Unai Simón le adivinó la intención al '9', pero el estado de dulzura que atraviesa ayuda siempre a que la balanza caiga de su lado. Ajustó a la perfección el balón al palo izquierdo del portero y transformó la pena máxima.
En un alto porcentaje, ahí se acabó el partido. El Madrid no necesitaba más y el Athletic no podía hacer mucho más. Quiso reaccionar el equipo de Marcelino, pero no lograba llegar con suficientes efectivos ni trenzar los pases necesarios para darle algún dolor de cabeza a Courtois.
Sí que logró agitar el árbol Raúl García. Entró desde el banquillo y no tardó en dejar algún remate en el área. De hecho, tuvo hasta cuatro ocasiones en poco más de diez minutos. Dos remates desviados en el área en el 64' y una volea y un cabezazo casi seguidos en el 76' no fueron a puerta, pero hicieron sudar a la defensa blanca.
Nico Serrano, otro suplente, también tuvo un par de acercamientos peligrosos antes del penalti que pondría la guinda a la final. Y es que si un plan de partido se culmina con un penalti parado por tu portero en la recta final, el rival puede apagar e irse cuando quiera.
Una mano de Militao evitó el gol de Raúl García, algo que Soto Grande vio en el VAR. El central vio la roja y el '22' se disponía a llevarse, al menos, la recompensa del gol tras su insistencia y, quién sabe, apretar los últimos minutos y soñar con la prórroga. Pero no. Courtois sacó la punta de la bota y desvió el tiro centrado y a media altura del jugador del Athletic para poner el 'colorín, colorado' a la final.