Un punto de resistencia, de polémica y de frustración. El Málaga y el Logroñés empataron en un partido que fue feo desde poco después de su primera media hora por una tarjeta roja a Yanis Rahmani que condicionó el choque. De ahí en adelante, como era de esperar, más insistencia riojana hasta el final con un honorable rival enfrente que no renunció a nada.
La decisión de Álvaro Moreno Aragón fue ciertamente rigurosa. Habrá quien considere que el jugador blanquiazul golpeó en la cara a Iñaki, aunque otros opinarán que el futbolista estaba realizando un braceo natural para tratar de deshacerse de su marca. El colegiado lo consideró una agresión y dejó a un equipo falto de fichas profesionales con uno menos. En otras palabras, un problemón.
La solución de Pellicer, curiosamente, fue no hacer nada -en materia de cambios-. El técnico confió en sus diez soldados y estos no le fallaron. Se encargaron de rechazar la mayoría de las intentonas contrarias hasta tal punto que se iba haciendo rutinario y, a la contra, no renunciaron en ningún momento a llevarse la victoria.
Pero, de tanto llegar, el Logroñés dispuso de varias ocasiones para adelantarse. La más clara, un gol anulado a Ander Vitoria por milimétrico fuera de juego. Por lo demás, Dani Barrio, seguro, resolvía balones colgados en lo que su zaga achicaba agua. Y, cuando ni él ni sus compañeros llegaron a tiempo, apareció la madera para evitar el gol de Andy -La Rosaleda también jugó-.
El Málaga, aunque se va con la sensación de que podría haber ganado de habérsele permitido afrontar el reto con once jugadores en el campo, también suma un punto que demuestra la capacidad de lucha y sacrificio del plantel. Lo más cerca que estuvo el conjunto de dar la campanada residió en un zapatazo de Luis Muñoz que se fue directamente fuera.
En clave riojana, empate insuficiente. Los de Sergio Rodríguez dejaron pasar una oportunidad vital de sumar un punto importante para poner tierra de por medio sobre la zona de descenso. Ni los varios cambios tácticos o revulsivos del entrenador valieron: su rival supo sufrir -es un especialista-.