Fue una guerra, sin cuartel. Se enfrentaban en Pamplona dos equipos con estilos muy similares, basados en la presión y la contra. Como resultado, el partido fue difícil de ver.
Salió con más chispa Osasuna al partido. Los rojillos, ya salvados, jugaban con alegría, sin preocupaciones. El Getafe, con su billete a Europa sin estar asegurado, estaban algo más atenazados por la presión.
Todo cambió cuando apenas a los ocho minutos de juego caía lesionado Marc Cardona, quien había llevado el peso del ataque de Osasuna en los primeros compases del partido. Un mal esfuerzo le provocó una lesión y obligó a Arrasate a hacer su primer cambio.
Entró en su lugar José Arnaiz, y Osasuna fue otro. Perdió esa chispa y dinamismo que aportaba Marc Cardona, y el partido empezó a afearse.
El Getafe agradeció este cambio, porque entre su propia falta de atención y la verticalidad del rival, Osasuna había conseguido llegar a inquietar a David Soria en solo dos minutos.
Gracias a la pausa, el Getafe se logró asentar, y poco a poco fue haciéndose con el dominio del partido. Un dominio estéril, todo sea dicho. Osasuna, por su parte, se fue cargando de tarjetas. El partido acabó con 39 faltas señaladas y nueve amarillas mostradas entre ambos.
Hablar de juego duro, rocoso, es quedarse corto. Fue un fútbol expeditivo, del de antes. Y como resultado, hubo de todo, menos fútbol. O al menos lo que entendemos como la salsa del fútbol. Y no hablamos de goles, hablamos aunque sea de ocasiones de peligro.
El primer tiempo terminó sin apenas tiros entre los tres palos. Solo hubo uno, cortesía del Getafe, en el último suspiro, un remate de cabeza en un córner que Sergio Herrera atrapó sin problemas.
El segundo tiempo ofreció más de lo mismo. Los cambios en nada ayudaron, solo a dar refresco y aire al juego. Pero este siguió siendo igual de áspero y poco vistoso.
Siguieron lloviendo las amarillas y en toda la segunda parte solo Osasuna pareció intentar buscar el gol con determinación. Al Getafe le faltó frescura en el últmo pase, no hablemos ya del tiro, pues es volvió de Pamplona con ese único disparo del primer tiempo. No volvió a probar al cancerbero rival.
Osasuna sí. A su manera, a arreones y chispazos, pero al menos hizo trabajar a David Soria. En el 64', un centro raso de Brasanac que logró rematar Kike Barja el portero azulón lo sacó bajo palos, y casi al final, Rubén García, quien llegaba en segunda línea, se sacó un zurdazo desde la esquina del área que atrapó Soria.
Entre medias, la acción ridícula del día, el 'autogolazo' anulado a Chema. Arnaiz le fue a presionar, este quiso retrasar el balón hacia su portero, pero le salió una vaselina perfecta directa a portería a la que no pudo llegar David Soria. Le salvó del ridículo que la jugada había sido anulada por el exceso de celo del delantero al ir a presionarle.
Al final, reparto de puntos que deja a todos igual de insatisfechos, pero que nadie puede negar que sea el resultado más justo posible. Osasuna puede haber perdido su último tren a Europa, y el Getafe, la ocasión de dar un golpe sobre la mesa y volver a meter presión al Sevilla por ser cuarto.