La Romareda acogió un partido de tópicos. Uno de los favoritos, al menos por nombre, de la categoría medía la mejoría de un colista, el Sabadell, que no había podido sumar un solo punto en sus cinco primeros compromisos ligueros. A priori, un escenario idílico para que Rubén Baraja, tocado tras las derrotas ante Málaga y Leganés, pudiese reponerse con un triunfo. Pero el fútbol no sigue cánones.
El Zaragoza cumplió ese guion durante el primer tramo de la primera mitad. El equipo maño apretó desde el inicio y pudo encontrar el gol de la tranquilidad con una doble ocasión de Larrazabal. El atacante se encontró en la primera con un defensor y en la segunda, con el travesaño.
En medio de los lamentos de Baraja en la banda, el Sabadell poco a poco se repuso de su inicio aturdido en La Romareda. Stoichkov tomó protagonismo y el partido cambió por completo en la recta final del primer periodo.
El conjunto de Antonio Hidalgo creció y rozó el 0-1 justo antes del descanso. Solo Cristian Álvarez, con una doble parada salvadora, evitó el tanto visitante. Ni Guruzeta ni Juan Hernández estuvieron acertados con sus remates.
En una segunda mitad en la que de nuevo el Zaragoza arrancó con buenas sensaciones, el Sabadell esta vez tardó menos en despertar. Poco a poco el centro del campo aragonés desapareció y el catalán se logró imponer.
Stoichkov surtió a Juan Hernández en varias ocasiones, pero el delantero no tuvo el día de cara al gol. Ese buen hacer del Sabadell no encontró premio a base de goles.
El Zaragoza solo pudo tirar de fe al final para, con más corazón que fútbol, acercarse tímidamente sobre el área del colista, que dejó motivos para creer en su pronta mejoría. No así el equipo de Rubén Baraja, que de nuevo se quedó a cero... y con malas sensaciones. Un punto que no contenta a ninguno: ni el Sabadell puede darlo por bueno por su buen partido ni el cuadro maño por sus dudas sobre su propio fútbol.